Después de un fugaz paso por la capital tras la estancia en Boracay daba comienzo otra gran aventura en Filipinas.

El sol empezaba a coger altura mientras volvíamos a surcar de nuevo los cielos de Filipinas en una avioneta de hélice con capacidad para 18 personas, esta vez rumbo a El Nido, Palawan.

Después de una hora de vuelo, el avión iniciaba su descenso y desde mi asiento alcancé a divisar el aeródromo de El Nido aproximándose. Y digo aeródromo por llamarlo de alguna manera, porque aquello donde íbamos a aterrizar era una miserable pista de tierra en mitad de la selva. Fue uno de esos momentos en los que piensas que "No, en peores plazas no hemos toreado..." y mientras observas como el pasajero de al lado se santigua te invaden sentimientos sobre el sentido de la vida y te dices a ti mismo que lo que te espera al llegar habrá hecho que merezca la pena el arriesgado viaje.

Y las cosas siempre salen bien, la avioneta toca tierra suavemente para el respiro y tranquilidad de los pasajeros, que al unísono rompen a aplaudir y a gritar gracias al piloto. Este, demostrando un punto de humildad, hace un gesto con la mano desde la cabina.

Bienvenidos a El Nido, la región situada más al norte de la isla de Palawan, al oeste de Filipinas. La última frontera.
El Nido está considerada como una de las maravillas de diversidad geológica y biológica más importantes de Filipinas, con denominación de reserva marina nacional protegida.

Algunos lo comparan con la Bahía de Ha Long en Vietnam o con Phi Phi en Tailandia, pero dada su excepcional situación geográfica, tan remota e inaccesible, el impacto del turismo apenas se nota y podría decirse que prácticamente está en estado virgen.

Nada más poner un pie en la playa al llegar a nuestro hotel se confirmaron nuestras sospechas, El Nido es un lugar increible.

Dejamos el equipaje en el hotel, tomamos un buen desayuno y nos fuimos a recorrer la costa en dirección sur a pasar el día.

Encontramos playas increibles completamente desiertas, no me canso de repetir que Asia está repleta de pequeños paraísos.

Después de una hora caminando llegamos hasta Dolarog Beach, una de las mejores postales que he contemplado jamás. El paisaje perfecto. De ahora en adelante, mi fondo de escritorio favorito.

Pasamos la tarde tumbados al sol en aquella maravillosa playa y al final del día llegó la hora de volver al hotel y disfrutar de uno de sus principales atractivos: las puestas de sol.

Frente a la alternativa clásica de buscar alojamiento en El Nido Town, elegimos hospedarnos en el Greenviews resort de Corong-Corong, a 3 km del pueblo. El viejo Dave había decidido abandonar su querida Gran Bretaña para terminar sus días viviendo en Filipinas; no se le ocurrió mejor plan de pensiones que montarse un resort en un punto estratégico con vistas al horizonte durante el atardecer, algo de lo que no pueden presumir los hoteles situados en El Nido Town, ya que están orientados hacia el norte.

El atardecer sucedió en un instante. Fueron unos minutos mágicos en los que el amarillo pasó a ser naranja, el naranja pasó a ser rojo, el rojo pasó a ser violeta y el violeta se convertía poco a poco en azul al caer la noche sobre Filipinas.

Tras aquel fantástico primer día en El Nido, nos esperaban dos días más en los que quisimos dedicarnos a ver islas y navegar por el mar en compañía de los becarios ICEX de Singapur de este año, fue una suerte compartir la experiencia con gente tan estupenda.

La región que rodea a El Nido está salpicada por un archipiélago de pequeñas islas de formación rocosa con playas desiertas en las que es posible desembarcar. Es el destino perfecto para practicar la actividad que se denomina island hopping o salto de islas.
A través de una agencia local contratamos de un día para otro uno de los tres tours dedicados a explorar las islas, denominados A, B y C. Cada uno de los tours ocupa todo el día y recorre un determinado número de islas y playas, incluye almuerzo. Lo cierto es que todos los puntos de interés son dignos de visitar, por lo que mi recomendación es disfrutar por lo menos de dos de los tres tours durante la estancia en El Nido, como hicimos nosotros, uno cada día.




A lo largo del recorrido por las distintas islas hicimos algunas paradas para practicar esnórquel y ver coral, peces y tortugas y también desembarcamos en alguna playa para disfrutar del momento en un entorno tan paradisiaco.









El Nido es uno de esos pocos lugares en el mundo en los que el tiempo se detiene y al finalizar la estancia la sensación que deja es tan impresionante que sea cual sea el siguiente destino del viajero altera por completo su vida y lo sume en una profunda depresión por abandonar un lugar tan mágico. Hay que vivirlo.
Cómo llegar
No resulta nada fácil llegar a El Nido pero existen diferentes alternativas que combinadas pueden hacer del viaje una experiencia en sí misma.
La opción más cómoda es volar directo desde Manila al aeródromo de El Nido, Lio Airport, que ofrece servicio a dos compañias: ITI, Island Transvoyager Inc., que opera tres veces al día pero cuyo principal inconveniente es que el vuelo Manila - El Nido sólo puede reservarse con cinco días de antelación por teléfono o por correo electrónico, y SEAir, que opera sólo los lunes, miércoles y domingos pero permite reservar con antelación a través de su web. En ambos casos el viaje de ida cuesta 100€.

La otra opción es volar a Puerto Princesa, el principal aeropuerto de Palawan, que ofrece servicio a compañías como Cebu Pacific, Philippine Airlines y Air Philippines, con vuelos diarios desde Manila. Una vez en Puerto Princesa, hay que pasar por el horrible calvario de llegar por tierra a El Nido, la carretera que los une se encuentra todavía en construcción y se tardan 5 horas en furgoneta o 8 horas en autobús.
Así pues, no queda otra que decantarse por la opción cómoda pero cara, vuelo directo a El Nido por 100€, o por la otra opción más barata pero incómoda, volar a Puerto Princesa y sufrir 5 interminables horas circulando por una carretera en construcción hasta llegar a El Nido. Nosotros elegimos volar directos a la ida y regresar por carretera a la vuelta vía Puerto Princesa; nuestros bolsillos no hubieran soportado repetir la primera opción y nuestro ánimo no hubiera soportado repetir la segunda opción.
Para más información sobre cómo llegar a El Nido, podéis consultar esta web.