Los acontecimientos que voy a relatar a continuación transcurrieron durante febrero y marzo del año 2010, en vísperas de empezar a vivir en Japón. Este periodo de viajes por el sudeste asiático fue uno de los más intensos que he vivido y quisiera dejar constancia en mi blog que recoge mis aventuras por Asia.
Probablemente haya pocas sensaciones en el mundo tan placenteras como mandar a tomar por culo el trabajo y hacer las maletas rumbo a un país tropical.
Una semana en Filipinas era suficiente para volver a sentir que Asia me daba lo que mi cuerpo y mi mente necesitaban.
Después de pasar 400 días atrapado en España por fin era libre, llegaba el momento de regresar a la tierra que tanto añoraba: el sudeste asiático. Filipinas, Hong Kong, Singapur y por supuesto Vietnam; el mes y medio de viaje que nunca olvidaría, incluso aunque después viniera Japón. Porque no me avergüenza reconocerlo, Japón es un país #TLQM y todo lo que tú quieras pero la soja mezclada con wasabi no es mi salsa, prefiero algo más exótico e intenso como el nước mắm. El sudeste asiático actuó en mí como una droga desde el principio, la primera dosis se me había inyectado gratis casi sin enterarme y con el tiempo sentía que necesitaba más y más, hasta convertirme en un adicto, y cuando ya no estaba a mi alcance dios sabe lo que me costó volver.
Boracay y El Nido, dos destinos increíblemente paradisíacos en la siempre olvidada y desconocida Filipinas. Momentos únicos e irrepetibles en compañía de Mike y Dani, compañeros de viaje venidos desde la vecina Singapur con ganas de liarla, con ganas de pasar los días al sol en la playa y las noches al ritmo de las discotecas de Fort Bonifacio.
Y lo pasamos tan bien que no queríamos abandonar Filipinas. Pero la semana de vacaciones llegó a su fin y mis amigos regresaron a sus respectivos trabajos en Singapur mientras yo proseguía mi viaje visitando a Javi en Hong Kong. Fueron unos pocos días que aproveché para recorrer de nuevo las calles de mi ciudad favorita de Asia. Entonces la sensación era diferente pues estaba de paso y no en busca y captura de un trabajo.
Después vendría Singapur y el reencuentro con Mike y Dani, que muy amablemente me habían invitado a pasar unos días en su casa. El frenético ritmo de viajes por el sudeste asiático se había puesto en marcha y no había quien lo parara... hasta que llegué a Vietnam, y el tiempo se detuvo. En ese momento sentí que volvía a nacer y que regresaba a una época en la que era muy feliz y volvía a hacer todas esas cosas que me gustaban, la sensación era maravillosa.
Señores lectores, abróchense los cinturones y mantengan el respaldo de sus asientos en posición vertical. Despegamos...
Hace 1 mes
2 comentarios :
Qué grande Alberto, me has puesto los dientes largos con ese trip por el Sudeste Asiático.
Está claro que Japón es muy distinto a Vietnam o Camboya, por ejemplo, pero seguro que también estás a gustito.
Un abrazo!
Jajaja, no es para menos. Cada vez que pienso en ese mes y medio me dan ganas de volver a hacer las maletas con destino al sudeste. xDDD
Sin duda lo que más te gustará de este viaje será la parte de Sapa, al norte de Vietnam, una región que quisiste visitar por todos los medios pero que al final se te resistió. Intentaré transmitir todo lo que sentí y espero que eso te anime a volver allí algún día.
En Japón estoy muy a gusto, desde luego. Me encanta vivir ahí y no puedo esperar a viajar y descubrir el país en 2011.
Un abrazo.
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