viernes, 30 de diciembre de 2011

Balance de 2011, propósitos para 2012

Como viene siendo tradición en este blog, me gustaría despedir 2011 haciendo balance de lo que ha significado para mí este año y terminar escribiendo algunos propósitos para el año próximo.

2011 ha sido mi segundo año en Japón y en cuestión de viajes puedo decir que ha sido tan bueno como el anterior, 2010. Como en los últimos años, he tenido ocasión de visitar algunos países del sudeste asiático, una parte de Asia que sabéis que me encanta, pero este año ha estado marcado sin duda por los viajes dentro de Japón.

A continuación me gustaría repasar mes a mes lo que ha dado de sí este año que nos deja.

★ Comencé el año viajando a Seúl, la capital de Corea del Sur, un destino que me sorprendió gratamente.



★ En Febrero disfrutaba de mi cambio de residencia en Tsukuba. A principios de año me mudé con un amigo a un piso compartido, más grande y más barato y mi calidad de vida mejoró bastante. Pude ahorrar dinero para viajar y al estar situado más cerca de la estación podía escaparme a Tokio más a menudo.

★ El 11 de Marzo tuvo lugar el terremoto de Tohoku. Ese mismo día por la mañana apenas unas horas antes despegaba en un vuelo rumbo a Bangkok así que tuve la suerte de escapar. Para la mayoría de mis amigos en Tsukuba fue una experiencia traumática. Pasé el resto del mes de viaje fuera de Japón, no había ninguna razón para adelantar mi regreso ya que la prefectura de Ibaraki había sido declarada zona afectada y se recomendó la evacuación de todos los residentes extranjeros, la Universidad de Tsukuba donde investigo anunció el cierre temporal hasta finales de mes. Desde la distancia intenté mantenerme informado.



El viaje por el sudeste asiático fue todo lo que esperaba. Tres semanas de viaje por Vietnam, Tailandia y Singapur confirmaron mis sospechas: me gustaría volver a vivir en el sudeste asiático. Comencé la ruta regresando a mi querido Vietnam para pasar unos días con Thoai en Phu Quoc, una isla con las últimas playas salvajes de Asia.



Después pase unos días en Saigón. Comprobé que todavía me siento cómodo viviendo en esa ciudad, la posibilidad de que termine regresando en el futuro se perfila en el horizonte. De Vietnam fui a Tailandia para pasar un fin de semana de gambiteo en Bangkok.



Desde allí tuve mi particular odisea para llegar a Ko Tao, una pequeña isla del Golfo de Tailandia donde me saqué por fin la ansiada certificación de buceo PADI OPEN WATER.



Después volé a Singapur para visitar a unos amigos, terminé alargando mi estancia casi una semana.



El viaje concluyó con una escapada al archipiélago de Ko Phi Phi, en el mar de Andamán, para pisar la famosa playa de Maya Bay. El paisaje de karst de esta isla ha sido uno de los lugares más bonitos que he visto este año.



★ En Abril retorné a Japón y aunque la vida en Tsukuba no era fácil con tantas réplicas y con la incertidumbre de la radiación no me quedaba otra ya que comenzaba las clases del Master.



Gracias a que era la temporada de hanami el mes se llevó mejor en compañía de los amigos en el parque bajo la sombra de los cerezos en flor.



★ Mayo fue un mes crucial para mi carrera de estudios en Japón. Asistí al congreso internacional IFIP Networking 2011 en Valencia para presentar un paper relacionado con mi proyecto de investigación sobre seguridad en redes inalámbricas de área personal. El mayor beneficio que obtuve fue conseguir una publicación académica, uno de los requisitos para que pueda entregar mi tesis de fin de Master en la Universidad de Tsukuba.

★ En Julio viajé a Kioto en solitario. Necesitaba tomarme un respiro y aproveché para explorar la antigua capital de Japón. La ciudad me encantó y en 5 días no me cansé de ver monumentos: templos budistas, santuarios sintoístas, jardines japoneses, palacios imperiales y castillos amurallados.





★ En Agosto participé como voluntario en Ishinomaki, en la prefectura de Miyagi, haciendo labores de limpieza tras el terremoto y tsunami del 11 de Marzo. Fue la experiencia más gratificante de este año, aportar mi granito de arena a la reconstrucción de un país que tanto me ha dado sin pedir nada a cambio. Me impactó mucho ver como 5 meses después de la catástrofe la situación en la prefectura de Miyagi no era preocupante sino desesperante y quedaba mucho trabajo por hacer.


Más tarde, ese mismo mes me fui de viaje en plan mochilero por el centro y oeste de Japón. Visité un montón de lugares interesantes, Kobe, Osaka, Nara, Amanohashidate, Ise, Hiroshima, Miyajima e Iwakuni. A partir de este viaje Japón comenzó a fascinarme muchísimo, el año anterior apenas había tenido ocasión de recorrer el país.











★ En Septiembre asistí a un Gran Torneo de Sumo, uno de los deporte de lucha libre más populares en Japón. Fue muy curioso conocer las normas, el estilo de vida de los luchadores y verles en plena acción durante los combates.



★ En Octubre volé a Okinawa, un archipiélago al sur de Japón. Resultó ser un destino sorprendente, no sólo por ser la cuna de una cultura diferente a la del resto del país —los Ryūkyū—, sino también por sus magníficas playas.





★ Noviembre fue el mes del momiji, el cambio de color de las hojas del arce en otoño. Me acerqué hasta Nikko, en las montañas de Tochigi, para ver los templos y santuarios y recorrer en coche la zona de Kinugawa.





★ En Diciembre pasé un fin de semana inolvidable en Yamanashi contemplando el monte Fuji.



En el ámbito personal...

este año he disfrutado de Japón muchísimo más que el año pasado. Recuerdo que durante mis primeros meses en Japón en 2010 apenas pude salir de Tsukuba ya que el curso intensivo de japonés no me dejaba tiempo para hacer turismo o viajar. Este 2011 ha sido un año de viajes por Japón y he aprendido muchas cosas del país que han hecho que que la vida aquí me parezca más interesante. No obstante, considero que dos años en Tsukuba han sido más que suficientes y siento que necesito un cambio de residencia, ¿Tokio, quizás?

En cuanto a las amistades, me siento muy afortunado de contar con buenos amigos tanto en Tsukuba como en Tokio.

En Tsukuba, la piña de estudiantes internacionales sigue creciendo y aunque esté más que demostrado que la ciudad es un bajón por las noches, nos las apañamos bien para montar nuestras fiestas y no aburrirnos. Son mi familia en esta otra parte del mundo, cuidan de mí y están ahí en los momentos buenos y malos. Hemos compartido mucho juntos y mientras siga viviendo en Tsukuba espero que siga siendo así.

Por otro lado, tengo el grupo de amigos españoles en Tokio para liarla de vez en cuando los fines de semana por Shibuya o Roppongi. La verdad es que son únicos, todas las noches terminan siendo legendarias y al día siguiente siempre hay un porrón de anécdotas que contar. Nos echamos muchas y buenas risas.

En el ámbito blogueril...

este año he seguido hablando sobre mis viajes por el este y sudeste de Asia, la temática original que decidí dar al blog cuando empecé a escribir allá por 2007. Quedé bastante satisfecho con mi participación en los premios Bitácoras 2011. Admito que se me da mejor hablar de viajes que de temas personales.

No obstante, los lectores habrán apreciado que este año se ha hablado de algo más que viajes en este blog y quiero hacer algo de autocrítica reconociendo que he estado un poco pesado con el tema de los terremotos y de la radiación. Me gustaría aclarar que fundamentalmente ha sido por dos motivos:

El primero de ellos, que vivo en Tsukuba, en la prefectura de Ibaraki al norte de la región de Kanto cerca de Tohoku. Desde que tuvo lugar el terremoto del 11 de Marzo Ibaraki ha estado continuamente sacudida por réplicas, con mayor fuerza y mayor frecuencia de las que se han vivido en Tokio. Además, su proximidad con la central nuclear de Fukushima (a 165 km, ver mapa) ha disparado mis miedos en más de alguna ocasión al leer según qué noticias. Eso me ha llevado a sentir una excesiva preocupación por la crisis que finalmente se ha visto reflejada en los contenidos del blog.

En segundo lugar, porque estoy estudiando un Master en Risk Engineering y parte de los contenidos del curso son desastres naturales y riesgos derivados de la energía. He tenido que escribir informes sobre terremotos, tsunamis y niveles de radiación para algunas asignaturas que me han obligado a mantenerme informado más allá del mero interés personal.



Por supuesto, esto no me convierte en un experto para hablar sobre el tema, pero he querido compartir la información que he ido recopilando por si fuera de interés para otras personas.



En todos los casos, mi intención ha sido únicamente informar, no pretendía causar pánico ni mucho menos andar recomendando a nadie que viniera o dejara de venir a Japón. Quería advertir simplemente sobre los riesgos que afrontaba el país tras el terremoto, nada más y nada menos que lo que se podía leer en la prensa nacional japonesa.

En fin, por lo que pueda pasar en adelante intentaré ser más objetivo y menos sensacionalista en este aspecto.

Propósitos de año nuevo

Para este nuevo año que comienza me planteo los siguientes propósitos, los enumero sin seguir ningún orden determinado.
  • Terminar los créditos opcionales del Master. Dejar para el segundo curso sólo los créditos obligatorios y la tesis.
  • Conseguir una segunda publicación académica, aunque necesite sólo una para graduarme.
  • Seguir estudiando japonés y examinarme del nivel 3 de JLPT.
  • Buscar trabajo en Japón para cuando termine el Master en Abril de 2013.
  • Buscar trabajo también en Vietnam, por si surgiera una oportunidad mejor que en Japón.
  • Viajar a un rincón del sudeste asiático poco conocido del que no se haya escrito ninguna guía, a la aventura.
  • Continuar viajando por Japón y visitar Hokkaido, la isla del norte.
  • Si el trabajo en el laboratorio y las clases del Master lo permiten, cambiar mi residencia a Tokio.
Sin más que añadir, os deseo ¡FELIZ AÑO NUEVO! Que el 2012 sea un gran año para todos.

Un fuerte abrazo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Los lagos del monte Fuji

Este pasado fin de semana he ido a la prefectura de Yamanashi para ver el monte Fuji.

Y la verdad que sólo para eso, que no es poco ya que llevo ya más de un año y medio viviendo en Japón y aún no había visto el monte Fuji desde lejos. Resulta gracioso porque el verano pasado lo escalé con unos amigos, 6 horas y 16 minutos tardamos en coronar la cima, pero lamentablemente aquel día fue imposible contemplarlo desde lejos porque en verano la montaña suele estar permanentemente cubierta de nubes. Es como una ilusión, sabes que está ahí detrás de esa pared blanca pero no alcanzas a verla.

Ir en invierno, por contra, es una apuesta casi segura.



Así pues, el sábado alquilamos un coche para ir hasta Fujiyoshida, en la base del Fuji. La estación también es accesible en tren desde Tokio.

Ya en la antigüedad Fujiyoshida era conocida como la última posada utilizada por los peregrinos antes de ascender el monte sagrado.



Fujiyoshida está situada entre dos de los Cinco Lagos del Monte Fuji (富士五湖). Estos cinco lagos se formaron hace mucho tiempo en la cara norte del volcán como consecuencia de diversas erupciones de lava que bloquearon el paso de algunos ríos.



El primero de los lagos que visitamos fue el lago Kawaguchi (河口湖, Kawaguchi-ko), el más famoso de los cinco. Esta es una de las postales más populares del monte Fuji.



Por la tarde visitamos el lago Yamanaka (山中湖, Yamanaka-ko), el lago más grande. Su entorno natural incomparable forma parte del Parque Nacional de Fuji-Hakone-Izu.



Aquí por fin pude tomar la ansiada foto con el monte Fuji de fondo.



Además de ser un emplazamiento turístico, el lago se utiliza para fines como la pesca, paseos en barca y deportes acuáticos.



Como habréis notado, tuvimos mucha suerte con el tiempo. Fue despejado durante todo el fin de semana y el azul intenso del cielo en invierno contrastaba con la cúspide nevada del Fuji ofreciendo una estampa impresionante que no podíamos dejar de fotografiar.



Habíamos decidido pasar la noche cerca del lago Yamanaka y la verdad es que fue un acierto.

Desde el hotel teníamos unas vistas perfectas, ya que la ventana de la habitación daba justo frente al monte Fuji.



Era invierno, así que a última hora de la tarde hacía demasiado frío y nos refugiamos en la habitación del hotel a contemplar el atardecer sobre el monte Fuji. Nos sentamos en el sofá y aquello era como una película. El color del cielo iba cambiando conforme el sol se ponía por detrás de la montaña y se empezaban a formar una curiosas nubes encima de la cúspide.





Cómo no, al día siguiente también nos despertamos temprano.



No podíamos dejar pasar la ocasión de contemplar el monte con las primeras luces del alba.



El segundo día lo dedicamos a recorrer en coche los alrededores y así es como llegamos a Oshino (忍野八海), conocido por sus "ocho mares" o estanques con vistas al Fuji.





Se trata de un pequeño pueblo anclado en el tiempo con casas de tejados tradicionales y molinos de agua. Sobrevive gracias al turismo y su visita es más que recomendable. Está situado a las afueras de Fujiyoshida.



Por la tarde pusimos camino de regreso a Tokio. Me marché bastante contento, había ido con la intención de ver el monte Fuji y me llevaba una buena colección de fotografías. ¡Hasta otra, Fuji-san!



Cómo viajar a los lagos del monte Fuji

Para llegar a los lagos del monte Fuji, una opción recomendable es tomar el tren.

Hay trenes Limited Express de Tokio a Fujiyoshida y de Tokio a Fujikawaguchiko con salida desde la estación de Shinjuku.


martes, 29 de noviembre de 2011

Kinugawa - Ryuokyo

Esta semana os hablaba del otoño en Japón y la tradición del momiji, salir a observar el cambio de color de las hojas de los árboles. Aunque hay muchos lugares del país para disfrutar del momiji, sin ir más lejos Tokio o Kioto, yo viajé hasta Nikko, en la prefectura de Tochigi, cerca de Ibaraki en el norte. El primer día lo dedicamos a visitar el conjunto de templos y santuarios y el segundo a recorrer la zona de Kinugawa.



Kinugawa es el nombre de un río que nace en las montañas del Parque Nacional de Nikko. Cerca de su nacimiento se encuentra Kinugawa Onsen (鬼怒川温泉), una fuente de aguas termales que se descubrió durante la era Meiji y que llegó a convertirse en una de las más famosas de la región de Kanto.

En la década de los 70 la zona sufrió un boom turístico y empezaron a florecer los hoteles y los balnearios, a tan sólo 2 horas de Tokio era un destino perfecto para escapar del bullicio de la capital, aunque los años de recesión pasaron factura a Kinugawa y esta entró en declive.

El valle está situado al norte de la ciudad de Nikko.



Por lo general, cuando la gente visita Nikko suele moverse también por los alrededores, ya que las montañas de Tochigi ofrecen lugares muy pintorescos. Uno de ellos es el monte Nantai, con el lago Chūzenji y las cataratas Kegon. En lugar de visitar esa zona, nosotros decidimos explorar Kinugawa, al norte, y como veréis es un lugar que merece bastante la pena.

Nichien Momiji Line

Una de las rutas más conocidas de la región de Kinugawa para ir en coche es la "Nichien Momiji Line" (日塩もみじライン). Se trata una carretera de peaje de unos 28km que conecta las fuentes termales de Shiobara y de Kawaji.



La carretera se denomina momiji precisamente porque a lo largo de su recorrido ofrece unas vistas a un paisaje increible con diferentes variedades de árboles que se tiñen de color en otoño. Cada curva del trayecto está señalizada con una hoja roja de arce y un número, que sirve de referencia para encontrar los puntos de interés indicados en el mapa que hay al principio de la ruta.



Cuando en el anterior post os decía aquello de que los japoneses viven con especial interés algunos acontecimientos que transcurren durante el paso de las estaciones, tales como el florecimiento de los cerezos o el cambio de color de las hojas del arce en otoño, seguro que nunca pensásteis que podrían llegar a dedicar una carretera de montaña específicamente a este propósito.



En efecto, la Momiji Line sube serpenteando por las montañas cruzando bosques de arces y otros árboles cuyas hojas se tornan rojas, amarillas y marrones en otoño, dando lugar a un mosaico de colores propio de un lienzo impresionista.



Como las fotos no hacen verdadera justicia de la belleza única del lugar, me gustaría compartir con vosotros la experiencia a través de un vídeo que grabé mientras conducía por la carretera. Podéis observar que la variedad de colores va creciendo según ascendemos la montaña y lo mejor llega al final, cuando llegamos a la parte donde el momiji ha alcanzado su momento álgido.



Fue un auténtico placer ir en coche con semejante espectáculo visual a ambos lados de la carretera y, una vez más, me alegré mucho de tener el carnet de conducir japonés. Aunque las comunicaciones por tren están muy desarrolladas en este país, ciertamente hay lugares a los que sólo es posible acceder en coche, por lo que a cualquiera que venga a Japón a pasar una larga temporada le recomendaría convalidar el permiso español por el japonés. Sobre todo si tiene pensado viajar por el interior, hay carreteras de montaña preciosas.



Durante el recorrido de la ruta podemos acceder a algunas vistas interesantes como las cataratas Shirataki y Taiko-oroshi o los resorts de ski Edelweiss y Hunter Mountain que operan durante el invierno.







A mitad de camino la ruta asciende hasta los 1500 metros, donde hay un mirador para contemplar la cordillera de Tochigi. Desde aquí podemos admirar las montañas vestidas de un tupido manto marrón extendiéndose hasta el horizonte.



Después, sólo queda el descenso hacia un lado u otro, Shiobara o Kawaji. Nosotros decidimos dar la vuelta y regresar a Kinugawa para detenernos en la Garganta de Ryūōkyō.



Ryūōkyō

A 3k de Kinugawa Onsen se sitúa Ryūōkyō (龍王峡), cuyo nombre significa literalmente "Garganta del Rey Dragón".



El cañón de Ryūōkyō se formó como resultado de actividad volcánica hace millones de años y la erosión del río Kinugawa con el paso del tiempo. Kinugawa (鬼怒川), por cierto, significa "Río del Demonio Furioso". La mitología se usa para poner nombres curiosos a estas maravillas de la naturaleza.



A ambos lados del río los turistas pueden contemplar un peculiar paisaje de paredes de roca volcánica con desfiladeros y cascadas, una de las más famosas es la catarata de Nijimi, de unos cuantos metros de altura. Junto a esta se sitúa el Santuario de Ryūō, rodeado de colores en esta época del año.





La longitud del cañón es de unos 4 kilómetros. Hay una ruta de senderismo que transcurre por caminos a ambos lados del río con espectaculares puentes de hierro atravesando el cañón. Si se dispone de tiempo merece la pena adentrarse y llegar hasta el río para verlo de cerca.





Como véis, Nikko es mucho más que templos.

Espero que esta información resulte de utilidad a aquellos que estéis pensando en escapar de Tokio unos días en busca de descanso en plena naturaleza. Si consideráis la opción de moveros en coche, Kinugawa es una buena alternativa en la misma prefectura de Tochigi, aunque también es posible llegar en tren.

Cómo viajar a Kinugawa

Para llegar a Kinugawa, una opción recomendable es tomar el tren.

Hay trenes Limited Express de Tokio a Nikko, con salida desde la estación de Shinjuku y llegada a la estación de Kinugawa-Onsen.