lunes, 20 de diciembre de 2010

Una noche en Seúl

El jueves de la semana pasada hice escala una noche en Seúl antes de volar a España para pasar las vacaciones de Navidad. Era la primera vez que viajaba a Corea de Sur y uno de mis propósitos era visitar a mi amigo Manolo, al que hacía mucho tiempo que no veía. Antes de volar Manolo me dio instrucciones precisas para llegar desde el aeropuerto a su casa y esperarle a que saliera del trabajo para ir a cenar.



No fue nada difícil encontrar su casa con la información que me había dado, estaba en el centro. Nada más llegar con las maletas me llevé una sorpresa al ver colgado en la pared del piso de Manolo un papiro rojo de Ông Đồ con el poema escrito en vietnamita que le había regalado hace dos años, me hizo mucha ilusión que lo conservara de adorno.

Tras descansar un poco del viaje a media tarde ya estaba preparado para salir así que llamé a Jairo para que viniera a buscarme, a Manolo todavía le quedaban unas horas en el trabajo así que le esperaríamos tomando unas cañas.



Fuimos hasta HONDAE, una zona de ambiente universitario de Seúl donde la gente sale a cenar, de norebang (karaoke) y de discotecas. Empezamos tomando unas cañas para ponerme al día con Jairo de lo que se cocía por Tokio tras su marcha y al rato Manolo nos llamó para decirnos que iba a retrasarse un poco y que podíamos ir cenando. Así que algo hambrientos buscamos un restaurante de comida local. Yo por supuesto dejé todo en manos de Jairo para que pidiera la cena. Empezamos con unas chuletas de cerdo a la plancha y de segundo vino un revuelto de carne con kimchi que estaba realmente delicioso pero que era muy picante.



La gastronomía de Corea cuenta con muchos tipos de platos de carne a la plancha o a la parrilla y es característico servir en la mesa infinidad de platillos con salsas y condimentos para acompañar la carne; el más conocido de todos es el kimchi, de sabor salado y picante. Llaman también la atención los palillos redondeados de metal, en contraste con los palillos cuadrados de madera que se utilizan en Japón. Por último, no faltó pedir cerveza local Cass y el popular Soju, una bebida destilada hecha de arroz típica de Corea.



La cena nos salió por unos 10 euros cada uno, incluyendo la cerveza y el Soju. Yo le recordé a Jairo que de no estar en Seúl sino en Tokio esa cena nos hubiera costado el doble o el triple y él me dio la razón. Por lo que contaba parecía que salir a cenar en Corea era más parecido a Vietnam que a Japón en cuanto a precios.



Después de cenar vinieron las copas y para sorpresa descubrí que los precios de los cócteles también era la mitad de baratos que en Japón, unos ₩3,500 que al cambio son ¥250. ¡Que alguien me diga por favor dónde encuentras una copa por ese precio en Tokio!

A la hora de las copas apareció Manolo, qué alegría verle después de tanto tiempo y qué bueno ver que este malagueño no ha perdido un ápice de gracia después de llevar tantos años fuera de España.



Estuvimos recorriendo los bares de la zona y mientras terminaba de ponerme al día con Manolo llegamos al CLUB M2, una de las discotecas más animadas de Seúl, estaba a rebosar un jueves.



Me lo estaba pasando genial saliendo de marcha con estos dos. Otra de las impresiones que me llevé es que en Seúl había muchos menos extranjeros que en Tokio y que las coreanas son más lanzadas que las japonesas a la hora de hablar con un extranjero, ¡qué risas que te paren por la calle y te echen piropos!

Terminamos no demasiado tarde que Manolo tenía que ir a trabajar al día siguiente. Me quedé durmiendo en su casa y por la mañana me levanté para ir al aeropuerto a la misma hora que él se iba para el curro. Esa noche había nevado bien y estaba todo blanco.



Embarqué a la hora prevista pero el avión se retrasó bastante en el despegue porque las máquinas tenían que despejar la nieve de la pista. 14 horas después aterrizaba en Madrid Barajas donde me esperaban mis amigos que habían venido a recogerme.

Me pareció más que una noche el tiempo que pasé en Seúl. Apenas unas horas habían sido suficientes para recoger impresiones de un país que poco tiene que ver con Japón, al contrario de lo que podía pensar. Después de las vacaciones intentaré pasar algunos días más antes de regresar a tierras niponas para explorar y conocer más de Corea del Sur y su capital Seúl.

Muchas gracias a Jairo y a Manolo por su hospitalidad durante el tiempo que estuve allí de visita.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Visita a Manolo en Seúl, más vale tarde que nunca

En estos momentos vuelo hacia Seúl, Corea del Sur.

Aún no lo había dicho pero estas Navidades vuelvo a casa como el turrón y la opción más barata que me salía para volar desde Japón a España era con Korean Air. Una afortunada casualidad porque me permitirá visitar a mi amigo Manolo en Seúl, algo que llevo queriendo hacer desde hace... déjame pensar, ¡3 años!



Era Septiembre de 2007 y apenas un mes antes yo había sido seleccionado como becario ICEX de Informática en la Oficina Comercial de la Embajada en Vietnam. Manolo era mi compañero de Informática destacado en Corea del Sur. Lo suyo venía cantado desde el principio, había pasado ya un tiempo en ese país y se manejaba con el coreano.

La foto que veis ahí arriba fue tomada el 26 de Septiembre de 2007, durante la fiesta de fin de curso de formación para becarios ICEX a escasos días de volar a nuestros destinos. Después de haber pasado mes y medio juntos en el curso llegaba el momento de despedirse y los compañeros nos hacíamos la firme promesa de visitarnos unos a otros en nuestros respectivos destinos durante el año de beca.

Como compañero mío del bloque asiático que era, prometí a Manolo que iría a visitarle a Seúl. Por desgracia el año de beca pasó tan rápido que sólo me dio tiempo a visitar países del Sudeste Asiático y tuve que dejar Japón y Corea del Sur para otra ocasión. Al final no pude cumplir la promesa.

Por suerte pudimos coincidir en 2008 en Shanghai durante la celebración de Año Nuevo Chino y tuvimos tiempo de hablar y darnos envidia el uno al otro por lo mucho que estábamos disfrutando de la vida en nuestros países.



Al igual que yo Manolo empezó a escribir un blog para contar sus aventuras durante el año de beca e incluso después ha seguido actualizándolo con detalles de su vida en Corea y viajes por otros países de Asia. Os lo recomiendo.

Cuando terminó la beca Manolo era uno de los compañeros que tenía claro que quería quedarse en su destino como fuera y al final lo consiguió. Encontró trabajo en una multinacional coreana y aunque el ritmo de trabajo en Corea es frenético pudo continuar con su vida en Seúl.

Después del tiempo que lleva allí se ha convertido en un gran conocedor de la cultura y la sociedad coreanas y lo demostró en su día apareciendo ante las cámaras en el programa Españoles en el mundo - edición Seúl de TVE. ¡Qué tío más grande!

El destino quiso que yo volviera a Asia y de nuevo tengo la oportunidad de visitar a Manolo, así que esta vez no la dejo pasar. En el viaje de ida a España me quedaré una noche en Seúl y a la vuelta después de Navidades intentaré pasar un par de días más visitando la ciudad y conociendo la deliciosa gastronomía coreana. Estoy seguro de que Manolo será un buen anfitrión y por si fuera poco no estará sólo; Jairo, con el que escalé el Monte Fuji este verano, fue compañero de Manolo en Corea y después de pasar un tiempo en Japón hace poco ha regresado a Seúl para establecerse de nuevo.

En compañía de los dos espero descubrir un nuevo país asiático y después contar aquí la experiencia.

Espérame Manolo que allá voy, más vale tarde que nunca.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Una simple multa de aparcamiento

La semana pasada varios compañeros de la universidad decidimos acercarnos a la Oficina de Inmigración de la prefectura de Ibaraki. El propósito era obtener el permiso de trabajo compatible con nuestro visado de estudiante, por si en el futuro surgiera la posibilidad de tener un trabajo a tiempo parcial para sacarse unas pelas. El permiso es gratuito y no es más que una pegatina en el pasaporte como la del permiso de reentrada en Japón pero es necesario acercarse a Inmigración para hacer el trámite.

Ir desde Tsukuba hasta Mito en transporte público nos costaba ida y vuelta más de 2000 yenes así que como éramos cinco decidimos alquilar un coche para ahorrarnos dinero, apenas eran 60 km de distancia. Yo me ponía al volante con mi licencia de conductor internacional. Juas, maldita la hora que decidimos hacer esto, ya que al final nos acabó saliendo mucho más caro, ahora explico por qué...



Llegamos a Mito y una vez allí fue fácil encontrar la Oficina de Inmigración. Estaba junto al canal, estuvimos dando una vuelta para encontrar un parking donde dejar el coche pero no había nada cerca. Hay que remarcar que en Japón por lo general no existen plazas públicas de aparcamiento y vayas donde vayas hay que aparcar el coche en el parking asignado (por ejemplo, el de un restaurante o una tienda) o sino en un parking privado. Sólo he llegado a ver algunas plazas públicas de aparcamiento en barrios como Ginza, en Tokio, y funcionan con parquímetro. El caso es que después de dar una vuelta vimos que enfrente de la oficina había ya varios coches aparcados junto a la pared. La calle era bastante ancha y poco transitada por lo que los coches no molestaban en absoluto. Supuse que el trámite de obtener el permiso sería rápido así que aparqué el coche allí y entré en la Oficina de Inmigración. A los 10 minutos salí a controlar el coche y entonces me pregunta una señora si he aparcado el coche afuera. Salgo preocupado y me encuentro con un papel pegado en el cristal delantero.


No hacía falta saber japonés para adivinar que se trataba de una multa de aparcamiento indebido. Al parecer, desde las 12:59 hasta la 1:04 había estado allí un señor esperando. Ni 10 minutos que había pasado dentro y justo me habían puesto una multa, pienso, qué mala suerte que he tenido.

Por entonces no sabía que las multas en Japón las puede poner tato, no tiene por qué ser necesariamente un policía; está privatizado para entre otras cosas liberar de esta carga al Cuerpo de Policía. ¿Os imagináis que en España cualquiera pudiera poner una multa si has aparcado el coche en un sitio indebido, incluso por la noche? No me cabe duda de que sería un oficio de riesgo.

Para lo que sí hacía falta saber japonés era para adivinar qué demonios había que hacer con la multa. Pregunté a una compañera que se maneja bien con los kanjis y me dijo que en la pegatina no se detallaban instrucciones sobre qué hacer con el papel. Yo en ese momento supuse equivocadamente que la multa llegaría a la agencia de alquiler y que al devolver el coche podría comentarlo por si tuviera que abonar algo; en tal caso me imaginé que no sería mucho dinero pues aunque el coche estaba aparcado donde no debía para nada entorpecía el tráfico en la calle. Así pues no me preocupé mucho y ya esperé a que terminara el trámite en Inmigración y pudiéramos volver a Tsukuba para devolver el coche.

Error monumental. Una de las cosas que deberían meter en la cabeza a los occidentales que llegan a Japón es que no se debe pensar, no se debe aplicar la lógica porque en Japón las cosas funcionan de un modo diferente. Hagas lo que hagas hay que tener siempre presentes las normas y en este caso caí en el error de no informarme antes de cómo actuar cuando recibes una multa de aparcamiento en este país.


El procedimiento obligatorio es que hay que llevar el papel a la comisaría más cercana al lugar de la infracción y una vez allí obtener la multa. Pero claro, explicar este procedimiento obligatorio en el papel está de más por lo que parece...

De camino a Tsukuba me llaman de la agencia de alquiler, ya se han enterado de que me han puesto una multa. (Joder, qué rápidos son aquí). Les digo que voy de camino a devolver el coche. Llego sobre las 18h. Cuando llego les enseño el papel amarillo y entonces me dicen que tenía que haber llevado el papel a la comisaría de Mito para recoger la multa allí. Entonces me enseñan un cartel en inglés que ya podían haber impreso con el resto de la documentación que me entregaron al alquilar el coche en el que explica que si tramito la multa de aparcamiento en el lugar de la infracción son ¥15.000 (135€) y que si devuelvo el coche sin haber hecho el trámite tengo que pagar ¥25.000 (225€) a la empresa de alquiler para que lo hagan ellos por mi. No completar este trámite y hacer frente a la penalización implica que la agencia informe a la Policía, a la Comisión de Seguridad Pública y a la asociación Rent-a-Car, de forma que en el futuro todas las agencias de Japón me negarían el alquiler de un vehículo. Pregunto a los de la gencia si puedo acercarme a la comisaría de Tsukuba a pagar la multa ya que todavía son las 18h de la tarde y me dicen que no, que sólo se puede pagar en Mito.

No es posible que en Japón sean tan estúpidamente cuadriculados, esto es ridículo, ¡si estamos dentro de la misma prefectura!

Les dije que por ahorrarme 90€ por supuesto que me iba de vuelta a Mito a pagar la multa, 60 km, 45 minutos en coche. Llego entonces a la comisaría de Mito y le entrego la pegatina amarilla al agente. Me pide el Alien ID, ok. Me pide el permiso de conducir, ok. Me pide el pasaporte, ¿qué?. No lo llevo encima señor agente, con llevar el Alien ID y el permiso de conducir internacional creo que voy suficientemente documentado por la vida. Entonces me dice que sin pasaporte no puede tramitar la multa.

Por entonces no sabía que aunque el permiso de conducir tenga una duración de un año y se pueda renovar tras la fecha de caducidad sólo se puede conducir con permiso internacional en Japón durante un año seguido, algo que se necesita comprobar con los sellos de entrada y salida del país en el pasaporte. La trampa es que para renovar un permiso de conducir internacional es necesario pasar al menos 3 meses fuera de Japón. En caso de renovar este permiso y sobrepasar el año de conducción seguido en Japón se estaría cometiendo la grave infracción de conducir sin permiso válido, lo cual supondría un agravante a la infracción por aparcamiento indebido. He leído historias escalofriantes de extranjeros que han sufrido un accidente por causa de otro conductor japonés pero que han sido penalizados por la circunstancia de renovar el permiso de conducir internacional sin pasar los 3 meses requeridos fuera del país. En un país como Japón no conocer las normas no exime de su cumplimiento y se carga con todas las consecuencias.

Bueno, como iba contando, al no tener pasaporte el agente no podía comprobar si mi permiso internacional era válido y no me podía expedir la multa. En ese momento sufrí una crisis de ansiedad e igualmente podía haber montado el pollo madre en la comisaría y liarla parda como por el contrario quedarme petrificado y sin habla como me quedé. ¿Significaba aquello que había vuelto hasta Mito para nada? ¿Tendría que regresar a Tsukuba una vez más para coger mi pasaporte? Al quedarme quieto un rato delante del policía este me preguntó si me encontraba bien y le dije que no porque había venido desde Tsukuba sólo y exclusivamente para pagar la multa. Entonces va y me suelta, ¡pero si la podías haber pagado en la comisaría de Tsukuba, está dentro de la misma prefectura!. Mi indignación por la inflexibilidad de la burocracia japonesa se tornó en ira, en ira hacia el estúpido empleado de la empresa de alquiler. Le di las gracias al policía y agarré el coche de regreso a Tsukuba. Eran las 21h y por el camino de vuelta sólo pensaba en mandarlo todo a tomar por culo y estampar el coche contra la agencia de alquiler con la puta pegatina pegada en el parabrisas.

Después de 45 minutos conduciendo se me bajaron las iras y me concentré en hacer las cosas bien: ir a casa a por el pasaporte y a continuación a la comisaría de Tsukuba, con un poco de suerte algún agente estaría de turno y podría expedirme la multa.



Después de una inesperada cadena de desgracias la suerte me sonrió, en la comisaría de Tsukuba había un agente de guardia que podía expedirme la multa. Me pidió el permiso de conducir internacional y el pasaporte y me dijo que esperara. Pasaron 5 minutos, 10 minutos, 15 minutos, media hora... me levanto del asiento y veo que el policía al que había entregado los documentos había movilizado al resto de agentes de guardia para conseguir descifrar el carnet de conducir, que por supuesto incluía todos los idiomas menos el japonés. Agentes llamando por teléfono vete a saber dónde, agentes intentando traducir el carnet palabra por palabra, agentes imprimiendo faxes con el modelo español del permiso de conducir internacional, agentes comprobando mi pasaporte y elaborando un historial de viajes con todos los sellos de inmigración de los países de Asia que he visitado, ¡impresionante la que había liado! Pero bueno, Japón es un país donde apenas hay criminalidad así que las comisarías no suelen andar muy saturadas de trabajo. :P

Al cabo de 45 minutos el amable policía me entregó el permiso de conducir y el pasaporte y me dijo que todo estaba en orden. Suspiros de alivio. Por fin puedo tener mi multa de aparcamiento, bravo. Ya podía proceder al pago de ¥15.000 (135€). ¿Qué había supuesto ahorrarse 90€ en el pago de la multa? Más de 4 horas de mi vida perdidas, 120 km recorridos en coche a lo tonto y una pequeña crisis de ansiedad, nimiedades. La enorme gentileza con la que fui atendido por el policía japonés hacía menos doloroso soltar los ¥15.000, casi un placer.



Con el cheque que me dieron en la comisaría fui al día siguiente al banco y pagué los ¥15.000, de no hacerlo antes de la fecha indicada me expondría a que me llevaran a juicio.

A continuación fui a la agencia de alquiler a devolver el coche. Había estado imaginando ese momento toda la noche. ¡Ahí sí que monté el pollo madre! Les dije que ahí tenían su maldita multa ya tramitada y pagada y que por su inutilidad me había visto obligado a hacer el viaje de ida y vuelta a Mito para nada, pues podía haber pagado la multa en cualquier comisaría de Ibaraki, incluída la de Tsukuba (la comisaría está a 4 minutos andando de la agencia de alquiler). La gasolina por tanto la iba a pagar su abuela. Comprendieron mi enfado y me pidieron disculpas por la pérdida de tiempo ocasionada y sentían no haber sabido que la multa podía ser gestionada en toda la prefectura.

Ahora comparemos esta historia con otras experiencias que he tenido y analicemos lo que yo denominaría las incomodidades de vivir en un país desarrollado.

Combatir la burocracia puede ser igual o más duro que combatir la corrupción.

Cuando vivía en Vietnam una vez me pusieron una multa por conducir con la moto en el carril de los coches, una práctica que sigue casi la totalidad de la población pero que está contemplada en las normas de circulación. Un policía me paró y me pidió la documentación, que no llevaba encima, ni carnet de conducir ni papeles del seguro. Le lloré un poco al policía y le expliqué que trabajaba en Vietnam y que me habían alquilado la moto sin papeles y que no llevaba conmigo en ese momento el carnet de conducir; también que no sabía que circular por el carril derecho en moto estaba prohibido y que yo hacía lo que todo el mundo.

En esa situación de incumplimiento de las normas de tráfico, del desconocimiento de las mismas y del desconocimiento de la obligación de llevar la documentación en regla el policía me dijo que esa vez no había problema, que la multa era sólo de 50.000 VND (2€) por conducir en el carril equivocado. Todo se solucionó en 5 minutos. Nunca he conocido a ningún expatriado en Vietnam que tuviera serios problemas por cometer una infracción de tráfico leve, si acaso en vísperas del Festival del Têt los policías paran a más gente de lo habitual por cometer pequeñas infracciones esperando que algún soborno se cuele en sus bolsillos.

Estoy seguro de que en la misma situación en Japón se me habría caído el pelo y hubiera cargado con todas las consecuencias de la infracción y del agravante de no llevar la documentación en regla. Pero segurísimo. Ni ser extranjero, ni llorar, ni mucho menos sobornar; el desconocimiento no exime de la responsabilidad y punto. Tan seguro como que el policía de Mito no quiso expedirme la multa por no llevar el pasaporte encima a pesar de que la fecha de caducidad de mi permiso internacional era válida y acababa de recorrerme 60 km expresamente para tramitar la multa.

No es que esté defendiendo el sistema permisivo y en ocasiones corrupto de los países del Sudeste Asiático pero hay que reconocer que no hace falta preocuparse demasiado por cumplir las normas de tráfico, en cambio en Japón hay que tener un extremo cuidado cuando se conduce un vehículo, no sólo por respetar esas normas (cuya infracción puede acarrear una multa considerablemente elevada) sino por tener en cuenta esos pequeños detalles como el plazo de 3 meses para renovar el permiso de conducir internacional si uno no quiere terminar metiéndose en un lío más gordo.

La verdad es que después de esta experiencia se me han quitado las ganas de volver a alquilar ningún coche en Japón, por lo menos hasta que me convalide el permiso de conducir español por el japonés. Paso de tener que ir siempre con el pasaporte encima para que en caso de percance los agentes puedan comprobar si mi permiso internacional es legal.

Me gusta postear historias que puedan terminar en debate, ¿qué opináis vosotros? ¿Pensabais que alquilar un coche en Japón sería menos problemático? ¿Alquilaríais un coche en Japón sabiendo ahora que hay que tener tanto cuidado o preferirías viajar en transporte público y no tener que preocuparos? Hay que reconocer que para viajes en grupo el coche viene bien por el precio, a Nikko y a Kamakura fui en coche y el ahorro fue considerable.

martes, 7 de diciembre de 2010

El sistema universitario en Japón, visita a una empresa japonesa y reflexiones de por qué estoy aquí

Durante el tiempo que llevo investigando en el laboratorio de una universidad japonesa he podido apreciar algunas de las diferencias entre el sistema universitario en Japón y en España. La etapa universitaria en Japón se vive de forma algo diferente a España, empezando por el acceso mismo a la universidad. Mientras que en España los estudiantes tienen que superar una prueba de conjunto o Selectividad para acceder tanto a universidades públicas como privadas en Japón los estudiantes se enfrentan a un examen de acceso específico de la universidad en la que quieren estudiar. Este examen de acceso está considerado como uno de los momentos más díficiles en la vida de los japoneses y exige una dura preparación, si se trata de una universidad de cierto prestigio en algunos casos es difícil superar la primera convocatoria y los estudiantes lo intentan durante varios años. Una vez dentro, la vida del universitario japonés es mucho más relajada que la de un universitario español. He estado comparando créditos en algunas carreras y ni por asomo los estudiantes japonesas cursan tantas horas de clase como los españoles.

Pero no es del acceso a la universidad de lo que quería hablaros sino de la última etapa de la carrera y posterior incorporación al mundo laboral.

Primera fase: Desarrollo del proyecto de fin de carrera en un laboratorio

Yo estudié Ingeniería Informática en Madrid. Al llegar a 5° de carrera, además de aprobar las asignaturas del curso tuve que entregar un proyecto de fin de carrera para poder graduarme. A principio de curso elegí un supervisor académico y comencé a desarrollar mi proyecto, relacionado con una especialidad de la carrera de Informática. Además de ir a clase cada día dedicaba varias horas a mi proyecto de fin de carrera por la noche en casa, con mi propio ordenador y con los recursos que yo era capaz de conseguir para el proyecto por cuenta propia. De vez en cuando quedaba con mi supervisora académica, corregíamos juntos el contenido y así hasta que llegó el momento de entregar el documento y hacer la defensa del proyecto. Puse mucho empeño y obtuve mi recompensa.

En Japón también es necesario entregar una tésis al terminar la carrera pero a diferencia de España los estudiantes no desarrollan su proyecto de fin de carrera por su cuenta sino en un laboratorio de la universidad. Las escuelas de ingeniería se dividen en departamentos y cada departamento tiene distintos laboratorios, cada uno de ellos especializado en un campo específico. El laboratorio al que pertenezco, por ejemplo, está especializado en criptografía y seguridad de la información.



Cada estudiante del laboratorio tiene su propio escritorio, su propio ordenador personal y acceso a cualquier recurso bibliográfico y material que necesite para su proyecto, en definitiva dispone de todo lo necesario para desarrollar su tésis de la manera más cómoda. Esto repercute notablemente en el alcance y el grado de innovación del proyecto que un estudiante de ingeniería en Japón puede elegir desarrollar. Por ejemplo, un estudiante de mi laboratorio está haciendo su proyecto sobre "métodos de autenticación en sistemas multitáctiles"; me gustaría ver a este estudiante en una universidad española pidiéndole a su supervisor académico que le compraran un iPad, sería impensable. Si el estudiante quisiera desarrollar este proyecto tendría que comprarse el cacharro con su propio dinero al igual que yo tuve que adquirir por cuenta propia los recursos que necesitaba para mi proyecto.



Las consecuencias de esto son directas. Si las universidades japonesas invierten desde el primer momento en el desarrollo de proyectos de investigación innovadores poniendo a disposición del estudiante todos los recursos necesarios es comprensible que Japón termine siendo uno de los países más avanzados en ciencia y tecnología del mundo. Las diferencias que puedan existir entre España y Japón por tanto no vienen derivadas de un problema de formación, sino de inversión. Es importante remarcar esto porque nadie debería poner en duda la capacidad de los estudiantes de ingeniería en España; creo firmemente que su conocimiento y preparación es equiparable a la de los estudiantes en Japón pero el acceso a los recursos puede limitar el alcance de unos y otros.

Segunda fase: Primeros contactos con el mundo laboral

Llega el último semestre de la carrera y uno empieza a preguntarse qué viene después, la incorporación al mundo laboral y la temida búsqueda del primer trabajo.

Mi experiencia fue la siguiente. Durante mi último año de carrera la única promoción que vi de empresas del sector informático fue una feria de empleo universitario a la que acudí por interés propio. En esta feria, algunas conocidas consultoras con base en Madrid se acercaron a la universidad para repartir folletos con promesas de un futuro brillante e invitaban a los estudiantes a enviar el CV por email al acabar la carrera. Además de esta feria recuerdo que había una bolsa de trabajo en la universidad para estudiantes de último año en la que podías mirar ofertas de trabajo de diferentes empresas y dejar tu CV si estabas interesado; pero el panorama era bastante desolador, las ofertas eran muy genéricas y los candidatos cumplíamos casi todos el mismo perfil. Culpo de ello al sistema universitario de aquella época que ciertamente dejaba poco margen para especializarse durante el último ciclo de la carrera, apenas un par de asignaturas optativas. La incertidumbre era máxima y la competencia feroz entre los compañeros. La cosa pintaba así de mal hace unos años en España así que no me quiero ni imaginar ahora en plena crisis cuando además dicen que uno de los sectores más afectados son los jóvenes recién graduados.

Muchos compañeros de carrera acabaron en esas consultoras que mencionaba antes y la misma hubiera sido mi suerte de no ser porque mi supervisora académica me puso en contacto con empresas del sector que me interesaba durante el último año. Se trataba de empresas pequeñas pero con unos perfiles de trabajo muy específicos y más adaptados al tipo de carrera profesional que quería desarrollar que el de las grandes consultoras, la elección fue fácil.

Pues bien, resulta que esta experiencia que yo tuve y que considero excepcional en España es la regla general en Japón. Muchos estudiantes consiguen acceder al mundo laboral a través del laboratorio y del supervisor académico.

Antes hablaba de que los estudiantes japoneses desarrollan su proyecto de fin de carrera en un laboratorio de la universidad. Cada laboratorio está dirigido por un profesor del departamento especializado en un tema del que normalmente imparte clase en el escuela o facultad. El profesor, denominado sensei, tiene a su cargo a todos los alumnos del laboratorio y actúa como supervisor académico de sus proyectos de tésis independientemente del grado, sean estudiantes de Bachelor, Master o Doctorado.

Por lo general los profesores tienen relación con empresas privadas dedicadas al mismo sector y disponen de buenos contactos a los que recomendar estudiantes para un puesto de trabajo. A su vez, las empresas japonesas sienten un profundo respeto y admiración por los profesores de universidad y saben que cualquier persona que les recomiende será de confianza y tendrá cierto valor así que el proceso de captación del candidato es bastante cercano y personal. Los estudiantes japoneses se benefician de esta relación recíproca entre el laboratorio y la empresa y tienen más facilidad para conseguir un trabajo relacionado con su especialidad durante el último ciclo de la carrera. Y es que es de cajón, si durante el último curso un estudiante de ingeniería se especializa en redes e internet ¿para qué narices le interesa que venga una consultora a venderle la moto con un puesto de programador para el sector bancario?

Un ejemplo de esta relación entre laboratorio y empresa de la que hablo es la invitación que recibimos para visitar una compañía japonesa recientemente, al poco tiempo de que ellos hubieran venido a ver el laboratorio. La empresa está especializada al igual que mi laboratorio en el sector de la Seguridad de la Información, cuenta con 350 empleados con base en Tokio y cotiza en bolsa.



Nada más llegar, el sensei y todos los estudiantes del laboratorio fuimos recibidos cordialmente por los empleados. A continuación pasamos a ver una presentación (en japonés) sobre la actividad de la empresa y la variedad de perfiles profesionales de sus empleados. Por si alguno tiene curiosidad, una de las actividades que lleva a cabo esta empresa es mantener el Japan Security Operation Center (JSOC), un centro de respuesta a incidentes que monitoriza los ataques cibernéticos a Japón en tiempo real.



Tras la presentación nos enseñaron las instalaciones y nos llevaron a la terraza en el ático del edificio.



Allí nos mostraron un lugar donde los empleados de la empresa pueden relajarse poniendo los pies en remojo mientras observan el skyline de Tokio.



Muy chic y muy sofisticado pero que no viene al cuento de lo que se trata en este post, sigo. Después del recorrido por las instalaciones nos llevaron a una sala donde habían preparado una cena para los miembros del laboratorio.



El motivo de la cena era proporcionar un ambiente distendido entre los estudiantes y los empleados de la empresa para hablar sobre temas de interés común y por qué no de la posibilidad de incorporarse al acabar la carrera. La empresa estaba abierta a nuevas contrataciones para los distintos perfiles que habían mencionado durante la presentación y aquellos estudiantes con inclinación por un perfil concreto podían solucionar sus dudas y mostrar su interés, todo ello con el visto bueno del sensei que andaba por allí rondando.

Tercera fase: Incorporación a un puesto de trabajo

Supongamos que un estudiante japonés recibe una oferta de trabajo para cuando termine la carrera. Algunos estudiantes no esperarán a acabar la universidad para dar los primeros pasos en la empresa sino que durante los últimos meses aceptan pasarse periódicamente por la oficina para asistir a cursos de formación y aprender el funcionamiento del puesto del trabajo. No es una actividad remunerada pero todos los gastos que conlleve el desplazamiento y la comida están cubiertos por la empresa.

Una vez que el estudiante ha entregado la tésis y ha finalizado sus estudios universitarios podrá incorporarse plenamente a sus funciones en la empresa y será cuando firme el contrato de trabajo. Aquí es donde se observa una de las principales diferencias entre España y Japón. Mientras que el contrato de trabajo de un recién graduado en España suele ser como becario o contrato en prácticas durante un periodo que puede comprender desde meses a un año los estudiantes japoneses que han llegado a la empresa recomendados por un profesor de universidad firman un contrato de trabajo con condiciones más estables. Cuando una empresa japonesa contrata a un empleado, el objetivo que persigue es que ese empleado se quede en la empresa durante el máximo tiempo, a ser posible para siempre. No les interesa gastarse el dinero formando a una persona para que al cabo de los años se acabe marchando a otra empresa. Por eso es tan importante la relación de confianza entre la empresa y el profesor de universidad que recomienda un estudiante de su laboratorio. Se supone que el estudiante es de fiar y no les va a salir rana, en cuyo caso la reputación del profesor quedaría en entredicho y probablemente la empresa se lo pensaría dos veces antes de volver a contratar a un estudiante de ese laboratorio. Tampoco es de extrañar que muchas de las empresas que tienen relación con el laboratorio cuenten entre sus empleados con antiguos alumnos del mismo.

En definitiva todo forma parte de un sistema que se retroalimenta. El profesor recomienda un estudiante del laboratorio. El estudiante demuestra ser un empleado de gran valor para la empresa y con el tiempo va ascendiendo de puesto. La empresa seguirá contratando en el futuro más estudiantes de ese laboratorio.

Reflexión sobre lo que me afecta este sistema al investigar en una universidad japonesa

Este sistema de incorporación al mundo laboral en Japón me beneficia por descontado. En el caso de que tras terminar el Master quisiera quedarme trabajando en Japón y mi nivel de japonés fuera lo suficientemente aceptable (un JLPT 2, como mínimo) no me cabe ninguna duda de que mi profesor me podría poner en contacto con alguna empresa japonesa dedicada al sector de la Seguridad de la Información y por supuesto que lo tendría más fácil para encontrar trabajo que si tuviera que buscar empleo via head-hunters.

Por el momento esta es una posibilidad aunque no es la única razón por la que he decidido estudiar un Master en una universidad japonesa. Cuando estuve buscando trabajo en Hong Kong a finales de 2008 uno de los problemas con los que me encontré fue que ciertos puestos de trabajo a los que aplicaba requerían una titulación mínima de Master y tenía enormes dificultades para demostrar que mi título de Ingeniería Superior era válido para los requerimientos. En la mayoría de países de Asia siguen el sistema americano de 4 años para el Bachelor y 2 más para el Master, en total 6 años. A los entrevistadores no les salían las cuentas de que mi titulación fuera de 5 años, ¿es un Bachelor o es un Master? Si consigo un Master por la Universidad de Tsukuba será un título reconocido en Japón y en cualquier país de Asia en el que me interese trabajar, me quito de historias, de convalidaciones y de traducciones entre los sistemas universitarios de Europa y América-Asia. Otra opción hubiera sido volver a España con la adaptación de las universidades al proceso de Bolonia estudiar un año más y sacarme un Master pero dado que pienso quedarme a trabajar en Asia me interesa más que la universidad sea conocida en esta parte del mundo. Aparte, gracias a la beca no tengo que preocuparme por los gastos de matrícula en esta universidad.

Pero vamos, que al final todo esto son posibilidades, no tengo ni idea de lo que me rondará por la cabeza en 2013 si consigo terminar el Master. Puede que para entonces me haya enamorado de Japón y quiera quedarme aquí o por el contrario siga llevando a Vietnam en el corazón y regrese a Saigón o incluso intente quitarme la espinita que tengo clavada por no encontrar trabajo en Hong Kong y vuelva a probar suerte. No hay nada seguro, mientras tanto tengo que centrarme en aprender japonés y sacarme el Master en los próximos años, no sé lo que vendrá después pero en cualquier caso la inversión que voy a hacer durante este tiempo servirá para algo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Desayunando sushi en Tsukiji

Durante la visita de mi amigo Wing a tierras japonesas quisimos incluir el mercado de Tsukiji en nuestro itinerario por Tokio.



El mercado de Tsukiji es el mercado central de pescado de Tokio y el mayor mercado mayorista de productos marinos del mundo. Se encuentra en Tsukiji cerca del centro de Tokio y aunque para los japoneses no tiene mero interés turístico sí es frecuentado por turistas extranjeros por el contrario.

El mercado opera todos los días excepto domingos y festivos desde las 3 de la mañana. A partir de esa hora comienzan a llegar de todas partes del mundo grandes volúmenes de productos del mar. De todo lo que llega al mercado, el atún (en japonés maguro) es el producto más importante y su venta al por mayor se realiza mediante subasta. Esta subasta tiene lugar a las 5 de la mañana y a ella acuden decenas de compradores con licencia que compiten por adquirir los mejores ejemplares a los precios más asequibles, aunque estamos hablando de cantidades astronómicas de dinero. La subasta finaliza sobre las 7 de la mañana y una vez el pescado ha sido comprado es transportado en camiones a su destino.

La subasta estuvo durante muchos años abierta el público hasta que diversos incidentes provocados por turistas extranjeros maleducados obligaron a cerrar el acceso. Recientemente la entrada ha sido establecida de nuevo pero los visitantes tienen que seguir unas estrictas normas de comportamiento y las plazas son limitadas.

Nuestra idea en un principio era acudir a la subasta de atún de madrugada pero para ello teníamos que llegar al mercado con suficiente antelación para hacer cola y conseguir plaza, lo que exigía presentarse allí antes de las 4 de la mañana. Lamentablemente a esas horas el metro de Tokio está cerrado y nuestro hotel estaba en la otra punta de la ciudad, coger un taxi tampoco era una opción a tener en cuenta. Así que viendo la imposibilidad de llegar a la subasta de atún al menos decidimos visitar el mercado al día siguiente por la mañana. Si alguno tiene interés en conocer los detalles de la subasta le recomiendo leer el excelente artículo "Mercado de Tsukiji: la subasta del maguro" que mi amigo Rodrigo escribió en su blog.



Aunque nos quedamos con las ganas de ver en directo la subasta de atún la opción de visitar Tsukiji de día también es recomendable ya que antes de las 7 de la mañana el mercado está en pleno funcionamiento y resulta hasta peligroso moverse por el recinto con las camionetas yendo y viniendo por todos lados. A partir de las 8 disminuye notablemente la actividad y el mercado se puede visitar con tranquilidad hasta la 1 que cierra sus puertas para su limpieza.





Nosotros llegamos sobre las 10 de la mañana y a esa hora todavía se podía ver algo de movimiento en el barracón principal del mercado. Aquí se encuentran los negocios de algunos compradores de atún que tienen licencia para participar en la subasta y luego sacan a reventa la mercancía adquirida a compradores de otros pequeños negocios y restaurantes.



Después de curiosear un rato nos dirigimos sin salir del recinto hacia los edificios anexos al mercado donde se encuentran los pequeños establecimientos de comida. La intención no era otra que probar uno de los mejores sushis del mundo. El sushi como todos sabéis es uno de los platos más reconocidos de la gastronomía japonesa así que como buenos aficionados no podíamos dejar escapar esta oportunidad.



En el callejón del edificio 6 anexo al mercado se encuentran los dos restaurantes de sushi del mercado de Tsukiji. ¿Qué tienen de excepcional estos dos restaurantes? Que sirven pescado fresco que nunca antes ha sido congelado. Como podéis imaginar son extremadamente populares y las colas que se forman pueden llegar a superar la hora de espera.



El primero de los restaurantes es Sushidai (寿司大), 5AM-2PM. El set principal cuesta ¥3900 e incluye 10 unidades de sushi & 1 roll. Tienen otro set más barato por ¥2500. Al ser el más pequeño de los dos resulta más exclusivo y a veces la cola es tan larga que da la vuelta a la esquina del edificio.



El segundo restaurante es Daiwa Sushi (大和寿司), 5:30AM-1:30PM. El set principal cuesta ¥3500 e incluye 7 unidades de sushi & 1 roll. También hay otro set disponible por ¥2100. Al tener mayor capacidad la cola avanza más deprisa así que por cuestiones de agenda fue el restaurante que elegimos.



La cola nos llevó cerca de 45 minutos pero desde ya dejo claro que verdaderamente merece la pena. Mientras estás en la cola puedes ver a la gente entrando y saliendo a cuentagotas, una espera que puede resultar frustrante para algunos y excitante para otros, por ver que el momento de probar uno de los mejores sushis del mundo se acerca cada vez más. Creo que es bueno tomárselo con esa filosofía. :-)



Durante el tiempo que esperas para entrar puedes también ir echando un vistazo al menú y eligiendo lo que vas a tomar. Parece ser que el set de sushi es algo aleatorio así que por el precio que íbamos a pagar decidimos escoger nosotros mismos las piezas de sushi que íbamos a tomar. El sushi que sirven se presenta en forma de nigirizushi, un trozo de pescado colocado sobre una bola de arroz, y los precios por unidad no son ninguna tontería; hablamos por ejemplo de ¥800 por una pieza de ventresca de atún (lo que llaman toro o fatty tuna). Puede parecer que el bolsillo va sufrir de lo lindo pero según los entendidos la calidad del sushi es tal que estos restaurantes no resultan caros en absoluto.


Mientras iba echando cuentas de lo que me iba a salir la broma del desayuno de sushi llegó nuestro turno, el momento de ocupar el asiento en la barra.



Nada más sentarte vas pidiendo sushi y al rato ves como el itamae, el cocinero de comida japonesa, lo prepara delante de ti. El pescado que corta ha venido directamente de la lonja hace escasos minutos. "¿Qué va a tomar el señor? Pues serán 2 piezas de atún (maguro), 1 pieza de ventresca de atún (toro), 1 pieza de caballa (aji) y una ración de rollitos de atún (tekkamaki) a pachas entre mi amigo y yo." Ya puedo ir preparando los ¥2150 del ala...



Algo curioso de estos restaurantes es que además de comer en la barra no hay platos, el sushi se sirve directamente sobre una bandeja de madera. Sobre la tabla también se coloca el jengibre (gari), que sirve para limpiar el sabor de la boca entre bocado y bocado de sushi. Luego aparte te traen los palillos, la servilleta para limpiarte las manos antes de comer, el cuenco para echar la salsa de soja (shōyu) donde mojar el sushi y por supuesto un vaso de té verde japonés (matcha).



Sobre el sushi, no sé por donde empezar a describirlo. Quizás diciendo que no se parecía a ningún otro sushi que hubiera visto antes y no sabía a nada que hubiera probado antes. La apariencia del pescado era viva, de un color muy brillante, se veía bien fresco.



Otra cosa que me llamó la atención respecto a otros tipos de sushi que he visto fue la proporción del trozo de pescado respecto a la bola de arroz, generosa, cubriendo prácticamente toda la superficie, como debe ser. El sabor era indescriptible, todas y cada una de las piezas de sushi se fundían en mi boca y durante varios segundos disfrutaba de un universo de sabores; el pescado, el arroz, la salsa de soja en la que había untado la loncha y la fuerza del wasabi. Oishii... Por supuesto, entre bocado y bocado mi amigo y yo compartíamos impresiones y nos tomábamos nuestro tiempo antes de pasar a probar la siguiente pieza.



En cuanto a los rollitos de atún fue más por gula que por otra cosa, quería salir de allí con la sensación de tener el estómago satisfecho y no quedarme con hambre.



Todo exquisito, de verdad. Valió la pena cada yen que dejé en el restaurante. Por una vez en la vida la ocasión lo merecía. Lo único que eché en falta fue que no sirvieran sushi de salmón (sake), mi favorito, pero todo lo que probé fue estupendo. Quizás lo más delicioso fue también lo más apreciado, la ventresca de atún.

Salimos del restaurante con una sonrisa, no había lugar para remordimiento alguno por la larga espera en la cola o los cerca de 20 euros que nos habían clavado por el desayuno, había sido un placer único. ¿Y por qué digo único? Pues porque a partir de ahora cualquier pieza de sushi que nos llevemos a la boca estará sometida a un riguroso examen cuya máxima referencia será la del mercado de Tsukiji , volver a comer sushi no volverá a ser lo mismo.

De camino a la estación de Tsukiji para coger el metro pasamos por el mercado exterior a la lonja. Parecía un lugar interesante para callejear pero no podíamos detenernos mucho rato, aún nos quedaba todo el día por delante y un itinerario que cumplir, próxima parada Odaiba.



De pasada pudimos comprobar que a este mercado exterior se acercan multitud de amas de casa a comprar piezas de pescado fresco para cocinar en casa. Era el último eslabón que nos quedaba por ver de la cadena de venta de pescado en Tokio, la cual había comenzado ese mismo día a las 5 de la mañana con la subasta de atunes.



Visitar Tsukiji fue una experiencia para todos los sentidos: pudimos ver en actividad el mayor mercado mayorista de pescado del mundo; escuchar el constante ajetreo de los pequeños carros transportando la mercancía por los barracones; sentir en nuestras fosas el fresco olor del pescado recién descargado; coger con nuestros dedos una pieza de nigiri preparada artesanalmente para a continuación llevárnosla a la boca y saborear el atún más fresco que jamás hubiéramos probado.

Una visita muy recomendable. Solo queda pendiente volver algún día para ver en directo la subasta de atún.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Itinerario express por Tokio

Hace un par de semanas estuvo por aquí de visita un amigo y me pidió que le organizara un itinerario por Tokio durante los dos días que iba a estar en la capital antes de continuar viajando por el resto de Japón. Yo no vivo en Tokio así que no soy ningún experto conocedor de la ciudad y seguro que aún me faltan por descubrir un montón de rincones chulos, pero sí he visto lo suficiente como para acompañar a alguien por los lugares más destacados.

El principal inconveniente era el tiempo, visitar Tokio en sólo dos días es una tarea harto complicada, la ciudad es enorme y hay muchas cosas que uno no puede perderse, pero mi amigo no disponía de más tiempo, así que me tocó planear un itinerario express. Para dividir la visita a Tokio en dos días, decidí que el primer día nos moveríamos por la zona oeste de la línea JR Yamanote y el segundo día por la zona este, más que nada para ahorrar tiempo en transporte.


Zona oeste de Tokio

Comenzamos visitando Shinjuku (ver más en detalle), uno de los centros financieros de Tokio, conocido por su arquitectura moderna de rascacielos y hoteles de lujo.



Subimos hasta el mirador del emblemático edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, también conocido como Tōchō. La entrada es gratuita y las vistas son espectaculares. Pienso que es buen sitio para tomar contacto con la ciudad y entender su geografía.


Después de ver Shinjuku vamos hasta Harajuku y buscamos la puerta torii de entrada al Santuario Meiji.



Tras dar un agradable paseo por el bosque que hay en el interior del recinto llegamos hasta el santuario sintoísta consagrado al Emperador Meiji. Estando en pleno centro de Tokio, sorprende el ambiente tranquilo y el poco ruido que se escucha. Es como escapar de la ciudad por un instante.



Junto a la estación de Harajuku encontramos la concurrida Takeshita-dōri, un punto de encuentro de las tribus urbanas repleto de tiendas de ropa y gente vistiendo con apariencias muy curiosas.



De Harajuku nos movemos a la siguiente estación: Shibuya (ver más en detalle), uno de los barrios de Tokio con más actividad tanto de día, un popular sitio de compras, como por la noche, una ambientada zona de marcha.



Lo mejor de Shibuya es el famoso cruce en forma diagonal, por el que pasan más de un millón de personas al día. Se ha convertido en toda una atracción turística para los visitantes.



De Shibuya nos vamos hasta Hamamatsucho para ver la Torre de Tokio.



Si llegamos a última hora de la tarde vemos que ya han encendido las luces de la torre. Desde el Templo de Zojoji se tiene una bonita postal que contrasta lo antiguo y lo moderno.



Esta torre es uno de los iconos de la ciudad de Tokio y de noche es fácilmente reconocible desde cualquier parte. A mí sencillamente me parece espectacular e imponente con las luces encendidas.


Llegados a este punto, podemos dar por terminado el recorrido por el oeste de Tokio, para continuar al día siguiente por la parte este de la línea JR Yamanote.


Zona este de Tokio

Empezamos la visita del segundo día por Asakusa, uno de los barrios de Tokio que mejor ha sabido conservar un ambiente tradicional.



En el barrio predominan las casas de baja altura, algunas datan de la década de los 50 y 60 mientras que otras han sido decoradas con el propósito de darle un aire antiguo, todo ello hace que se respire esa atmósfera del pasado al pasear por sus calles.



Uno puede caminar tranquilamente por los alrededores del Templo de Sensō-ji, un área peatonal, y llegar hasta la gran puerta Kaminarimon.



Aquí da comienzo Nakamise-dori, una avenida con multitud de tiendas de recuerdos y por la que pasan cientos de turistas al cabo del día.



Llegados al final, nos encontramos con la puerta Hōzōmon que da acceso al templo y una pagoda de cinco pisos.



El Templo de Sensō-ji es un templo budista, nada menos que uno de los más antiguos e importantes de Tokio (sus orígenes datan de 645).



Cerca de Asakusa se sitúa la recién inaugurada Tokyo Sky Tree, una moderna torre de comunicaciones —la más alta del mundo— inspirada en el diseño de las pagodas y capaz de resistir terremotos. Dispone de dos miradores, a 350m y 450m, desde los que se puede contemplar la ciudad.



Después podemos ir hasta Shimbashi para coger el monorail de la línea Yurikamome que circula hasta Odaiba (ver más en detalle).



Odaiba es una moderna isla artificial sobre la que se construyó un área comercial y de entretenimiento.



Desde la isla se tienen buenas vistas a la Bahía de Tokio y al skyline de la ciudad, es un buen lugar para contemplar el atardecer.



Antes de que se ponga el sol ponemos rumbo a la Estación de Tokio para dar una vuelta por Marunouchi y los alrededores del Palacio Imperial, residencia del Emperador de Japón. El Palacio no se puede ver por dentro, pero desde la esplanada de los jardines uno puede contemplar los muros y algunos edificios del interior al otro lado del foso.



Al caer la noche nos acercamos hasta Ginza. Se trata del barrio comercial más famoso y el más lujoso. Normalmente se compara Ginza con la Quinta Avenida de Nueva York. En la arteria principal, Chuo-dori, no faltan los grandes almacenes y las tiendas de marca más caras y conocidas del mundo.



Dejamos para el final Akihabara, el barrio de las luces de neón, las tiendas de electrónica y el paraíso de los amantes del manga y los videojuegos. En Tokio anochece muy pronto, así que si uno está pensando en comprar tecnología barata puede ser un buen momento para echar un vistazo.



Aquí termina el itinerario de dos días por Tokio. Quiero insistir en que se trata simplemente de una referencia de los puntos de interés más importantes, no una guía completa de Tokio. Aquellos que dispongan de tiempo suficiente, les recomiendo tomarse la visita con tranquilidad y añadir algunos lugares interesantes más, si cabe.