miércoles, 26 de enero de 2011

Gastronomía coreana

El último post de mi visita a Seúl está dedicado a la gastronomía coreana. Es una de las cocinas más exóticas que he probado en Asia, así que merece un capítulo aparte en el blog. Describiría la cocina coreana como algo picante y muy especiada, con un sabor potente. Una cocina que por lo general no deja indiferente.

Soy de los que piensa que no se llega a conocer un destino sino se degusta la comida local, así que si viajáis a Corea os animo a probar todas las especialidades que podáis. A continuación os doy algunas pistas de lo que podéis encontrar en el menú.



Es curioso que antes de viajar a Corea no había probado ninguno de sus platos típicos, y eso que en Japón es fácil encontrar restaurantes con algunas especialidades coreanas. Así pues, la primera vez que probé la comida coreana fue cuando hice escala una noche en Seúl en viaje de vuelta a España por vacaciones.



En aquella ocasión mis amigos me llevaron de cena y pedimos unas chuletas de cerdo a la plancha y un revuelto de carne que encontré delicioso pero también muy picante. El revuelto picaba lo suyo porque llevaba kimchi, un plato básico de la cocina coreana. Se trata de col china fermentada que desprende un olor fuerte muy característico, y tiene un sabor salado y picante. Nada más sentarse a la mesa en Corea aprende uno que el kimchi es un alimento indispensable para los coreanos. Se suele consumir bien fresco como acompañante o mezclado con guisos, arroces y sopas. Es necesario por tanto acostumbrarse desde el principio a su sabor porque se utiliza en infinidad de platos, aunque no en todos.



En mi segundo viaje a Seúl de nuevo me dejé llevar por las recomendaciones de mis anfitriones en Corea, Manolo y Jairo. La primera noche me llevaron a cenar bossam.



Bossam es un plato preparado con cerdo cocido al vapor que se envuelve en una hoja de verdura y se condimenta con una pasta roja llamada ssamjang además de ponerle ajo, cebolla y kimchi. En la foto de abajo podéis ver los platillos con los complementos aparte. En Corea es costumbre servir en la mesa multitud de platillos con salsas e ingredientes para acompañar el plato principal.



Al día siguiente estuve dando una vuelta con Manolo por el centro y me llevó a cenar a un restaurante de bibimbap.



Bibimbap es uno de los platos populares de Corea que ha conseguido traspasar fronteras, no me extraña porque está riquísimo. Consiste en un cuenco de arroz templado con vegetales y tiras de carne, normalmente ternera.



La gracia del plato es que bibimbap significa literalmente "comida mezclada", así que antes de empezar a comer hay que mezclar todos los ingredientes en un mismo cuenco y removerlo con una cuchara. Si sois aficionados a la cocina japonesa ya habréis notado alguna de las diferencias. Mientras en Japón utilizan para comer palillos de madera cuadrados, preferiblemente de usar y tirar, en Corea utilizan cucharas y palillos de metal redondeados, que luego se lavan y se reutilizan. Curioso, ¿verdad?





Al día siguiente Manolo y yo acudimos a una quedada improvisada de blogueros y disfrutamos de bulgogi en compañía de Felipe de Eurowon y Álvaro, conocido como Algogoku. Bulgogi es un plato de ternera en tiras marinada con salsa de soja, azúcar, aceite de sésamo y ajo. Normalmente se fríe con pimientos verdes, cebolla en rodajas y dientes de ajo. Su nombre, que podría traducirse como "carne de fuego", se debe a su forma de cocinar, sobre el fuego a la parrilla o a la sartén. Fue una cena bastante agradable aquella, recuerdo.



Una de las cosas que captaron mi atención paseando por las calles de Seúl de noche fueron los carteles de las tabernas, me recordaban mucho a los izakayas japoneses. Curiosamente, en algunos restaurantes coreanos también es costumbre sentarse en el suelo, aunque en este caso no suele ser de tatami y está calefactado por debajo gracias al ingenioso ondol.



Al igual que en Japón, en las tabernas coreanas se sirve sin parar comida y bebida, pero los precios en Corea son muchísimo más baratos. El último día para despedirnos dimos cuenta de una buena barbacoa coreana de cerdo y de ternera. Brindamos con cerveza local Cass y el popular Soju, una bebida destilada hecha de arroz que se bebe en chupitos y que pega bastante fuerte.



Por último, añadir que en Corea, como en cualquier país asiático, podemos encontrar puestos callejeros con pinchos y tapas típicas, incluso durante el invierno. Si os fijáis en la esquina del puestecillo podéis ver una botella de color verde con un líquido blanquecino lechoso. Se trata de makkoli, una bebida alcohólica tradicional de Corea hecha a partir de una mezcla de trigo y arroz; se conoce también como vino de arroz coreano. En Japón también ha llegado a hacerse popular.



Espero que hayáis disfrutado de este breve recorrido por los platos típicos de la gastronomía coreana. Habéis visto que cuanto menos es curiosa, así que os animo a probar las diferentes especialidades hasta encontrar vuestra favorita. Por mi parte, me quedo con el bibimbap. Espero volver muy pronto para probarlo otra vez.

Termino dando las gracias a Manolo y a Jairo por ser tan buenos anfitriones gastronómicos.

jueves, 20 de enero de 2011

Seúl-II

Mi anterior entrada ha tenido una buena recepción, así que me he animado a continuar con la visita turística por Séul. Os cuento ahora algunas cosas que podemos hacer para pasar el día entretenidos.

Qué hacer
Después de haber recorrido los grandes palacios de la Dinastía Joseon, si aún os quedan ganas de seguir aprendiendo sobre la historia de Corea os propongo ir a un museo. Si recordáis, en el último post nos habíamos quedado a las puertas de explicar el conflicto que separó a las dos Coreas. El Memorial de la Guerra es una visita más que recomendada para aprender sobre la Guerra de Corea y entender la situación que se vive, aún hoy en día, entre las dos Coreas.



Ojo que dicen que no se trata de un museo cualquiera, sino de la exposición más grande del mundo dedicada a la temática bélica. En este centro conmemorativo se pueden ver hasta ocho exhibiciones sobre las diferentes guerras en las que ha participado Corea, pero si no sois muy aficionados a lo bélico ver únicamente la que trata sobre la Guerra de Corea será más que suficiente.



Como todos sabéis, la Guerra de Corea es un conflicto político que todavía no se ha resuelto. En su origen fue una guerra entre Corea del Sur, apoyada por la ONU, y Corea del Norte, apoyada por la República Popular China, con ayuda de la Unión Soviética. Los dos bandos surgieron como resultado de la división de Corea tras un acuerdo alcanzado entre los aliados que vencieron al final de la Segunda Guerra Mundial. La península de Corea, que había permanecido ocupada por Japón desde 1910 hasta que el país anunció su rendición, fue dividida por el Paralelo 38º, el norte quedó ocupado por tropas soviéticas y el sur por tropas estadounidenses. En el norte se estableció la "República Popular de Corea", un régimen comunista dirigido por Kim Il Sung; mientas que en la mitad sur se creó la "República de Corea", un régimen autoritario dirigido por Syngman Rhee, un líder anticomunista.



El 25 de junio de 1950 las tropas de Kim Il Sung atravesaron el paralelo 38º y avanzaron hacia el sur ocupando casi toda la península coreana y forzando el repliegue de las tropas surcoreanos en torno a Pusan. Estados Unidos tomó parte en el conflicto al frente de un ejército que respondió a la agresión norcoreana y China a su vez envió a sus tropas con apoyo militar soviético para contener el contraataque. La cosa quedó en un empate militar y finalmente los dos bandos decidieron firmar un armisticio, manteniendo la península dividida en dos sistemas. El alto el fuego estableció una nueva línea de demarcación en torno al paralelo 38º, denominada Zona Desmilitarizada (DMZ), que aún hoy en día es defendida por ejércitos a cada lado. No se firmó ningún tratado de paz así que técnicamente los dos bandos siguen en guerra.



El museo tiene como propósito educar a las generaciones futuras sobre las causas que llevaron a los hermanos coreanos a separarse y terminar luchando entre ellos. Y lo hace recopilando, conservando y exhibiendo reliquias, artefactos y diversos documentos históricos relacionados con la guerra. Todo ello contado desde la perspectiva de Corea del Sur, eso sí.



El museo no es ni mucho menos tan explícito como el Museo de la Paz de Hiroshima, en Japón, pero si después de la visita os habéis quedado con mal cuerpo nada mejor que acercaros a un templo budista para poner en orden nuestro y apaciguar vuestro espíritu.



Jogyesa es el templo más importante del budismo Zen en Corea. Fue establecido por primera vez en 1395, en los comienzos de la Dinastía Joseon, pero más tarde fue destruido y el templo moderno fue fundado de nuevo en 1910.



El altar del templo Jogyesa es el lugar más sagrado del budismo en Corea. Se cuenta que aquí se encuentran enterradas las cenizas de Buda, que fueron traídas desde Sri Lanka en el año 1914.



No lejos del templo se encuentra Cheonggyecheon, un moderno espacio de recreo público por el que transcurre un arroyo que desemboca en el río Han. En su tiempo fue uno de los proyectos de renovación urbana más costosos y criticados del centro de Seúl, pero con el tiempo ha terminando siendo una zona muy popular entre los locales. También entre los turistas, ya que desde aquí se puede acceder a la avenida Sejongno donde están muchos de los monumentos.





Otra de las zonas turísticas de Seúl es Itaewon, en el distrito de Yongsan-gu. Casi desde cualquier punto se divisa la N Seoul Tower en lo alto de la montaña Namsan. Esta moderna torre de comunicaciones es todo un símbolo de Seúl.



Para acceder a ella los visitantes pueden tomar el Teleférico de Namsan hasta la cima del monte y, a partir de ahí caminar a pie hasta la torre.



La torre fue abierta al público en 1980. Tiene una altura de 236 m y cuenta con cuatro plataformas de observación a las que se puede subir previo pago de la entrada. La cuarta plataforma de observación es un restaurante giratorio que da una vuelta completa cada 48 minutos.



Una vez arriba, toda la ciudad está a nuestros pies.



Cuando se trata de subir a un punto de observación, yo tengo por costumbre ir siempre justo antes del atardecer, para así poder ver la transformación que se vive al pasar del día a la noche.







Definitivamente, a pesar de que haya que pagar una entrada por subir la N Seoul Tower es un punto turístico obligatorio. Además, puede servir para orientarse bien en esta megaurbe de diez millones de habitantes.



Al norte de Itaewon está Myeongdong, uno de los distritos comerciales más famosos de la ciudad. Algo que me sorprendió mucho fue saber que Seúl es el paraíso de las compras para las japonesas. Estas suelen viajar de vez en cuando al país vecino con la maleta vacía y se dejan los wones hasta llenarla de ropa, complementos y algo muy curioso, maquillaje. Así pues, no resulta extraño caminar por algunas calles de este distrito y encontrar vendedores gritando en japonés para atraer a la clientela femenina.



Aquellos que anden buscando un mercado más tradicional y pintoresco deberían pasarse en cambio por el Mercado de Namdaemun.



Namdaemun significa "gran puerta del sur", el mercado debe su nombre a que está situado cerca de la antigua puerta monumental al sur de la ciudad, que en 2008 apareció en las noticias porque un pirómano la había prendido fuego.



En el mercado de Namdaemun venden de todo: ropa, comida, hierbas, especias, recuerdos, utensilios para la casa, flores y un largo etcétera. Se compone de varias calles con tiendas y puestos al aire libre. Es muy curioso, uno puede encontrar aquí prácticamente cualquier cosa, especialmente artículos peculiares que sólo hay en Corea, como raíces de ginseng.



Como podéis ver, hay bastante cosas que hacer en la capital de Corea del Sur. Si estáis planeando una visita de dos o tres días no os va a dar tiempo a aburriros. Y sino, siempre podéis ir a la caza de alguna delicia gastronómica exótica, que en Corea hay muchas. Pero el apartado gastronómico lo dejo mejor para el siguiente capítulo.

domingo, 16 de enero de 2011

Seúl

Me gustaría dedicar el mes de enero en el blog a publicar una serie de posts sobre mi paso por Seúl. Aquellos que estéis pensando viajar próximamente a Corea del Sur de turismo encontraréis información que os puede resultar de utilidad para planificar vuestra visita a la capital; aquellos a los que simplemente os interese la cultura asiática en general aprenderéis algunas lecciones sobre la historia de Corea que os ayudarán a entender el lugar que ocupa en el mundo y la relación que guarda con sus países vecinos, especialmente con Japón.



Si tuviera que definir Seúl con pocas palabras, diría que Seúl fue una grata sorpresa. Después de más de dos años viajando por diferentes capitales del este y sudeste de Asia y habiendo visitado monumentos y más monumentos, templos y más templos, no pensé que Seúl fuera a sorprenderme en el aspecto cultural como lo hizo. Un par de días de turismo por la capital bastaron para derribar todos los mitos que traía en la cabeza. Habiendo ido varias veces a China y habiendo vivido en Japón, en mi más completa ignorancia imaginaba Corea como algo intermedio. Nada más lejos de la realidad. Durante mi visita descubrí que la sociedad y la cultura coreanas tienen una identidad propia bastante diferente de cualquier otro país, y más o menos alcanzo a entender que haya gente que pueda sentirse profundamente atraída por un país como este. Es lo que me fascina de Asia, he dicho siempre, que vayas al país que vayas cada uno es exótico a su manera y uno siempre encontrará un lugar donde sentirse cómodo.



La capital de Corea del Sur es una ciudad moderna y vibrante, uno de los centros económicos y financieros más poderosos del continente asiático denominados los cuatro tigres asiáticos, pero al mismo tiempo es también una de las capitales con mayor riqueza cultural del Lejano Oriente, con una herencia que data de varios siglos de antigüedad, por delante de ciudades como Taipei, Hong Kong, Singapur, incluso Tokio.



Vamos primero con algunos apuntes de historia. Hace más de 600 años la Dinastía Joseon (1392 - 1910) fundó Seúl como capital de su reino. De acuerdo con los principios geománticos su localización se consideraba ideal, con montañas al norte y un río al sur. Asimismo, estaba situada estratégicamente en el centro de la pensínsula de Corea. Después de nombrar su capital, la dinastía estableció los palacios y todos los elementos necesarios para gobernar una nación. Desde entonces hasta hoy en día, Seúl se ha mantenido como la capital de Corea a lo largo de seis siglos de historia.



En la actualidad, el paisaje urbano está dominado por sus anchas avenidas y sus rascacielos de cristal. Antiguamente, la ciudad se organizaba en torno a los palacios imperiales, lugar de residencia de la familia real y ejes fundamentales para la administración del país. Los palacios fueron construidos con las mejores técnicas de la época, las personas de mayor talento y los mejores productos de la nación se congregaron aquí dando lugar al desarrollo de la cultura de la corte Joseon. Los principales valores de los reyes Joseon, la cortesía, la moral y la modestia, fueron ideas que luego se plasmaron en la arquitectura de sus palacios, como explicaré a continuación, siendo todos ellos de una apariencia majestuosa pero de una belleza moderada, sin resultar llamativos, y en armonía con la naturaleza.


Qué ver

Comenzaremos la visita turística por la avenida Sejongno, en el centro de Seúl. Desde aquí podemos acceder a los principales monumentos. La avenida debe su nombre al Rey Sejong el Grande, el cuarto soberano de la dinastía Joseon de Corea, que gobernó el país desde 1418 hasta 1450. Está considerado el inventor de la escritura hangul, el alfabeto nativo coreano.



La avenida está presidida por la imponente estatua del almirante Yi Sun Sin, el general coreano que logró defender su patria de las invasiones japonesas entre 1592-1598.



Aunque en Europa estas cosas no se estudian, este conflicto bélico fue uno de los de mayor repercursión de la historia de Asia. Hacia finales del siglo XVI Toyotomi Hideyoshi había logrado unificar Japón. Sin embargo, debido a que Hideyoshi no tenía una ascendencia real ni procedía de ninguno de los clanes japoneses históricos, no podía obtener el título de shōgun. Buscó entonces legitimar su gobierno a través del poder militar, y con la intención de disminuir el riesgo de una posible rebelión interna debido al exceso de guerreros samurái tras la guerra se lanzó a conquistar China. Para ello, solicitó asistencia a la Dinastía Joseon así como libre tránsito a través de la península de Corea, pero debido a que el país era vasallo de la dinastía Ming la petición fue rechazada. Hideyoshi se preparó entonces para la invasión de Corea, convocó a los distintos daimyō (señores feudales) y pidió ayuda, entre otros, al Reino de Ryūkyū. La invasión dio comienzo en el año 1592.



Tras el ataque inicial a Busán y la posterior captura de Seúl y de Pyongyang a manos de los japoneses, el objetivo de ocupar Corea se acercaba a su fin. No fue sino gracias a la participación del Almirante Yi que el curso de la misma pudo cambiar. Conquistó una serie de operaciones navales desde sus cuarteles en Yeosu que cortaron las líneas de abasto del ejército enemigo y con el apoyo de la dinastía Ming de China se consiguió repeler la invasión hacia el sur obligando al gobierno japonés a entablar relaciones de paz en 1593. La guerra entró en una nueva fase en 1597, cuando se reanudaron las hostilidades. El conflicto bélico culminó finalmente en 1598 con el retiro total de las tropas invasoras tras la muerte de Hideyoshi. Cuando el clan Toyotomi cayó en la Batalla de Sekigahara y el shōgun Tokugawa Ieyasu se hizo con el poder de Japón, este formalizó la paz con el gobierno coreano en 1603.



Según los historiadores, este conflicto fue el primero en Asia en involucrar ejércitos con un número elevado de soldados y representó un severo daño para Corea, que vió deteriorada su economía y su desarrollo científico. También dio pie al desarrollo de un profundo sentimiento anti-japonés entre los coreanos. El país perdió dos tercios de sus tierras cultivables y sufrió el secuestro masivo de académicos y artesanos que fueron llevados en contra de su voluntad a Japón. En el aspecto histórico y cultural la pérdida fue importante ya que muchos registros fueron quemados junto con varios palacios imperiales en Seúl. En el contexto internacional, la guerra se considera el primer intento de expansión del imperio japonés. Más tarde, a principios del siglo XX algunos líderes imperialistas japoneses utilizaron esta ocupación temporal del territorio coreano para argumentar que Corea siempre había sido parte de Japón y utilizaron el conflicto como una excusa para su ocupación en 1910, durante la fase colonial de Japón que desembocó finalmente en la Segunda Guerra Mundial.


Palacio Gyeongbok

El Gyeongbokgung fue el palacio principal durante la Dinastía Joseon. De los cinco palacios de Seúl es el más antiguo, ostenta 600 años de historia. El complejo original fue edificado en 1395 por el monarca que fundó la Dinastía Joseon, el rey Taejo, cuando trasladó la sede de la capital desde Goryeo, corte imperial de la Dinastía Koryŏ anterior, a Seúl. Actualmente todavía se encuentra en fase de reconstrucción ya que durante la ocupación japonesa en la primera mitad del siglo XX los japoneses tiraron abajo todos los edificios del palacio menos 10, de los 400 que había, en un intento de erradicar el símbolo y la herencia de la Dinastía Joseon.



Al llegar a la Puerta Gwanghwamun que da acceso al palacio nos encontramos con unos guardias reales apostados. En tiempos antiguos los guardias reales de la Dinastía Joseon tenían encomendada la honorable misión de proteger la entrada al Palacio Gyeongbok.





Si disponemos de tiempo a las 12 del mediodía podemos asistir a uno de los eventos más interesantes de Seúl: la Ceremonia del Cambio de la Guardia. Esta comenzó a tener lugar en 1469 y sus antecedentes fueron consultados para la presente reinstauración de la misma en 1996.



La ceremonia se celebra cada día excepto los martes, el mediodía es una hora segura. El cambio de guardia se lleva a cabo mediante un desfile. Cuando se acerca la hora, los centinelas de reserva arrancan sus pasos con el sonido del tambor y proceden al cambio de turno.







Llaman la atención no sólo la precisión con la que los soldados ejecutan cada maniobra sino el nivel de detalle de los uniformes, las armas, los accesorios y las banderas que portan. Es una bonita costumbre tradicional que no podemos perdernos.



Tras haber asistido al cambio de guardia, accedemos al interior del palacio.



El Palacio Gyeongbok está rodeado por montañas y se sitúa cerca de un arroyo, su emplazamiento fue elegido prudentemente con el propósito de atraer la fortuna. Gyeongbokgung significa "el palacio con gran suerte eterna". Se construyeron varios edificios dentro del palacio para distintos fines, tanto administrativos como de residencia para la familia real. Los espacios fueron diseñados con cierta simetría y los principales pabellones se alinean en el mismo eje norte-sur y están rodeados de muros con forma cuadrada y puertas en las cuatro direcciones.



El edificio más importante es el Pabellón Geunjeongjeon, donde el rey se reunía con los políticos y recibía a los emisarios extranjeros. Era el lugar representativo del poder y la dignidad del rey. Aquí se llevaban a cabo también las ceremonias de ámbito nacional como la coronación de un nuevo rey o la boda real. La gran esplanada situada frente al pabellón era el lugar donde los funcionarios se sentaban durante las ceremonias, colocados en línea de acuerdo a la clase social a la que pertenecían.



La decoración interior de los pabellones da una idea de la impresionante técnica artística de los artesanos de la época.



A pesar de su nivel de detalle y complejidad, podemos ver sin embargo que los materiales no son lujosos. La simplicidad de los elementos y la estética proviene de los principios fundamentales de cortesía y modestia de los reyes Joseon. Al contrario que la Ciudad Prohibida de Pekín, China, los edificios del Palacio Imperial de Gyeongbok en Seúl no son imponentes ni intimidantes, cuentan con un tamaño adecuado de acuerdo a su uso e importancia.



Además del tamaño de los edificios me llamó la atención la ornamentación en las esquinas de los tejados de los pabellones en forma de pequeñas figuras protectoras, mucho menos recargada por ejemplo que en los pabellones de la Ciudad Imperial de Huế, en Vietnam. Una muestra de que los estilos arquitectónicos decorativos son algo distintos entre los países de Asia.



Junto a los edificios dedicados a fines administrativos, durante la visita podemos ver también las dependencias de la familia real, no tan majestuosas y más íntimas. Mientras que el rey pasaba la mayoría del tiempo reunido con los políticos, la reina nunca solía abandonar las dependencias familiares. Su obligación era dar a luz y cuidar del hijo varón, sucesor al trono, así como mantener el orden dentro de la casa real.



Por último, los reyes disponían también de algunos lugares de descanso en los jardines del palacio.




Santuario Jongmyo

La segunda visita recomendada es el santuario Jongmyo, un santuario confucionista que guarda las lápidas ancestrales de los reyes y reinas de la Dinastía Joseon.





La visita a este monumento se puede hacer únicamente con guía. Como iba un poco mal de tiempo tuve que apuntarme a la visita en coreano e ir leyendo el panfleto informativo que daban a la entrada, aunque la guía, muy simpática ella, a veces me comentaba cosas en inglés.



El santuario Jongmyo fue construido en 1394, durante los inicios de Dinastía Joseon. Era el lugar donde la familia real rendía homenaje a sus antepasados siguiendo la tradición del confucianismo. El edificio principal, el Jeongjeon, está dividido en estancias, cada una de ellas está dedicada a un rey de la Dinastía Joseon. En su interior se guarda su lápida.



La lápida tiene forma de tablilla de madera con seis agujeros con el nombre del rey o la reina grabado colocada dentro de una caja de madera. En esta tablilla se supone que reside el espíritu del antepasado. En el santuario Jongmyo se conservan un total de 35 lápidas conmemorativas de los reyes Joseon.



La arquitectura de los pabellones destaca por su simplicidad y por su decoración moderada, con una combinación de colores mínima. Está pensada para transmitir un ambiente espiritual y solemne.



El edificio que podemos ver hoy en día es una reconstrucción de 1604, ya que en 1592 fue quemado por los japoneses hasta los cimientos. Afortunadamente, las lápidas originales pudieron ser salvadas a tiempo. Desde 1995 está registrado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.



Desde hace 600 años, el primer domingo de cada mayo se ha venido celebrando en este lugar el Jongmyo Jerye o Rito Real de Jongmyo en memoria de los antepasados reales de Corea. Dada su antigüedad se trata de un rito único en el mundo, que ha mantenido intactos los procedimientos para ofrenda de sacrificios en forma de comida y bebida servidos en utensilios especiales, de acuerdo a los protocolos del confucianismo. A la ceremonia acuden descendientes de la realeza y participantes vestidos según el rango. Además va acompañada de música, cantos y danzas rituales. Está denominado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.




Palacio Changdeok

El Changdeokgung, o "palacio del este", fue construido en el año 1405 por orden del Rey Taejo como un palacio separado del Gyeongbokgung, el palacio principal de gobierno. Si el Gyeongbokgung destaca por seguir el principio de simplicidad y modestia de los reyes Joseon, el Changdeokgung es conocido por su belleza en armonía con la naturaleza. Ambos palacios fueron incendiados durante la invasión japonesa de Corea en 1592, así que tras su reconstrucción en 1609 el Changdeokgung pasó a servir como residencia real durante más de 200 años hasta la reconstrucción del Palacio Gyeongbokgung, a finales de la Dinastía Joseon, en 1867.



Del mismo modo que el Palacio Gyeongbok, el conjunto del Palacio Changdeok se divide en pabellones administrativos y alojamientos residenciales. La zona administrativa abarca desde la puerta principal, el Donhwamun, que es la estructura más antigua del palacio, hasta el Injeongjeon, la sala del trono, donde tenían lugar las audiencias reales con funcionarios y enviados del extranjero.



Los alojamientos residenciales incluyen los aposentos del rey y de la reina.







Un hecho curioso es que las estancias de los cónyuges estaban separadas, la moral y la rectitud representaban otros valores importantes de la Dinastía Joseon, arraigada fundamentalmente en el confucianismo.



El jardín trasero es la joya del Palacio Changdeok y ocupa más de la mitad de su superficie. La visita es guiada.



El jardín era la parte del palacio favorita de los reyes, aquí disfrutaban de sus momentos de ocio. El jardín era conocido como "jardín secreto" o "jardín prohibido" ya que ni siquiera los oficiales de mayor rango podían acceder sin permiso del rey. Los propios monarcas participaron en el diseño del jardín, que preservó la topografía original del terreno y al que se añadieron unos pocos pabellones y estanques que guardaran sintonía con la naturaleza del lugar. Es un buen exponente de la arquitectura paisajística coreana.





El jardín se divide en cuatro zonas. En la primera, la del estanque Buyongji encontramos el Juhamnu, la biblioteca real donde el rey acostumbraba a leer, y el Pabellón Buyongjeong.



Más adelante, en la zona de Jondeokjeong hay un estanque con una forma fácilmente reconocible: la península de Corea.



Por último, otra zona de particular interés es Ongnyucheon. Un pequeño arroyo transcurre entre algunos gazebos formando una cascada a los pies de una roca en la que hay grabado un poema que data de 1636. Se cuenta que en este rincón el rey disfrutaba bebiendo vino y componiendo poesía.




Palacio Deoksu

El Deoksugung es el tercero de los palacios que visité. Fue utilizado como residencia temporal por el rey Seonjo durante las invasiones japonesas de Corea entre 1592 y 1598 después de que todos los demás palacios fueran incendiados. Cuando el Changdeokgung fue reconstruido en 1609 se trasladó allí el palacio oficial y el Deoksugung pasó a utilizarse como palacio auxiliar. Con los movimientos de apertura del país a principios del siglo XX en este palacio se recibía a los diplomáticos extranjeros. Para ello se construyeron algunos edificios de estilo occidental en el ala oeste, como el Seokjojeon, edificado en 1905.



En este palacio vivió sus últimos día el rey Gojong, el penúltimo de los últimos reyes de la Dinastía Joseon. Durante su reinado se inició el avasallaje de Corea hacia Japón. En 1907 fue presionado por Japón para que aceptara el protectorado sobre Corea, pero el rey se negó y fue forzado a abdicar en favor de su hijo, el emperador Sunjong, cuyo mandato concluyó con la Anexión de Corea por Japón en 1910. Sunjong fue el último emperador de la Dinastía Joseon. Después de la firma del Tratado de Anexión fue confinado por los japoneses en el palacio de Changdeokgung donde murió en 1926 poniendo fin a la historia del Imperio Coreano.



Durante la etapa colonial el gobierno de Japón impuso una política de asimilación de la cultura japonesa en las escuelas coreanas, y a los coreanos se les obligó a adoptar tanto el idioma, costumbres, vestimenta y nombres al estilo japonés. Afortunadamente para ellos, su destino corrió mejor suerte que el de los Ryūkyū, y a pesar de las dificultades consiguieron mantener su identidad cultural hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, cuando Japón perdió el control sobre la península y Corea fue dividida en los estados del Norte y del Sur. Esa es ya otra historia...

Continuará...