domingo, 28 de agosto de 2011

Tsukuba Matsuri

Este fin de semana se ha celebrado el Tsukuba Matsuri, o festival de la ciudad de Tsukuba, donde vivo.



Los matsuri son festivales tradicionales japoneses que tienen lugar en diferentes localidades normalmente a final del verano o a principio del otoño, coincidiendo con la primera cosecha de arroz. Es el evento del año para muchas ciudades y algunos festivales son tan importantes que atraen incluso gente de todas partes de Japón, como si de un festival nacional se tratara. El ambiente que se vive es de alegría y diversión.



Los festivales suelen estar dedicados a una deidad local y están patrocinados por el santuario o templo de la ciudad. El evento principal de los matsuri consiste en sacar de procesión por las calles el mikoshi, un altar portátil en el que se instala la deidad local. En algunas procesiones también participan elaboradas carrozas.









En el caso del festival de Tsukuba, además de carrozas de elaboración propia desde hace unos años se traen desde Aomori las famosas carrozas luminosas o Nebuta. Las carrozas representan un conjunto de personajes típicos del folklore japonés: dioses, espíritus, animales mitológicos, demonios y guerreros. Están construidas sobre una base de madera con un esqueleto de alambre recubierto de washi, un papel maché utilizado en Japón, y destacan por su llamativa decoración.





Como es habitual, el ritmo de las procesiones viene marcado por instrumentos como taikos (tambores japoneses), platillos y flautas.



Las carrozas pueden llegar a pesar varias toneladas así que tienen ruedas por debajo para que los costaleros puedan empujarlas fácilmente, aunque algunas veces son capaces de levantarlas y balancearlas o de ponerlas a girar sobre un eje, para asombro del público.





Al caer la noche las bombillas del interior de las carrozas se encienden y entonces parecen lámparas gigantes.



De cerca los personajes cobran vida.





El momento cumbre de la procesión llega al final, cuando después de haber paseado el mikoshi por las calles de la ciudad los costaleros lo balancean de un lado para otro sobre sus hombros y lo hacen girar.





El público vive con gran pasión este momento.



Además del desfile, una de las cosas que más me gusta de los matsuri son los puestos de comida típica: takoyaki, okonomiyaki, yakitori y yakisoba. Ese día es mejor no venir desayunado.

Hasta el año que viene.

jueves, 18 de agosto de 2011

Iwakuni

La última parada de mi viaje por el oeste de Japón este verano fue Iwakuni, en la prefectura de Yamaguchi.



Iwakuni es un importante enclave histórico de la región de Chugoku. Su historia comienza en 1600, en la Batalla de Sekigahara. Esta batalla, decisiva en la historia de Japón, enfrentó a los ejércitos de las dos principales facciones del país en su lucha por unificar todo el territorio bajo un mismo gobierno. Por una parte, los feudos del oeste consideraban que Toyotomi Hideyori era quien debía convertirse en el dirigente del país. Por otra parte, los feudos del este apoyaban a Tokugawa Ieyasu, uno de los daimyō (señores feudales) más prominentes del país. El feudo de Iwakuni liderado por Hiroie Kikkawa se encontraba entre los leales al bando perdedor en la batalla, así que como castigo sus propiedades fueron reducidas y el clan Kikkawa fue desterrado a los territorios del oeste de la isla de Honshu.



Una vez asentado en el nuevo territorio, el señor Hiroie Kikkawa fundó la ciudad de Iwakuni en 1601 y comenzó la construcción de un castillo para afianzar su nuevo poder en la región.



El castillo, construido entre los años 1603 y 1608, sirvió como residencia personal de Hiroie Kikkawa, aunque no fue por mucho tiempo. Siete años más tarde, el shogun Tokugawa Ieyasu aprobaba una ley que limitaba el número de castillos que podían construirse por provincia y el castillo de Iwakuni fue demolido. Se calcula que tras la aprobación de esa ley, conocida como Ikkoku-ichijo (一国一城) literalmente "Una Provincia, Un Castillo", el número de castillos en Japón se redujo de 3000 a 170. Eran tiempos de paz, de modo que los castillos dejaron de ser fortalezas militares para convertirse en centros administrativos para el gobierno de cada provincia. No obstante, el clan Kikkawa continuó viviendo en la parte vieja del castillo y la ciudad continuó prosperando durante el período Edo (1603–1867).



El castillo que ahora nos encontramos fue construido en 1960 no lejos de su ubicación original en lo alto del monte Yokoyama. En su interior contiene un museo de historia con armaduras, armas y otros objetos pertenecientes al clan Kikkawa.



Cabe destacar que desde lo alto del castillo hay magníficas vistas del Mar Interior de Seto, merece la pena subir en teleférico.



No obstante, no es el castillo el patrimonio histórico más importante de la ciudad de Iwakuni, sino el puente Kintai.



Este puente, uno de los más importantes de Japón, fue construido en 1673 por el señor Hiroyoshi Kikkawa como vía de acceso a las dependencias del clan Kikkawa.



En la antigüedad, únicamente los miembros del clan Kikkawa y los samurais tenían permitido cruzarlo. Hoy en día, cualquiera puede hacerlo pagando 300¥.



El puente se extiende cruzando el río Nishiki en una serie de cinco arcos de madera. Cuando el castillo de Iwakuni todavía permanecía en pie era esta la principal vía de acceso, aunque todos y cada uno de los puentes de madera que se construían terminaban siempre destruidos por las inundaciones. Con el tiempo surgió la necesidad de diseñar un puente capaz de soportar las inundaciones.



La arquitectura del puente fue original para la época. La forma y el peso del puente lo hacían fuerte arriba y para reforzar la parte de abajo se añadieron pilares con piedras que daban al puente una mejor resistencia. Además de su arquitectura, la manutención periódica que se hacía del mismo mediante impuestos era importante para su conservación: cada 20 años se sustituían los tres tramos del medio, cada 40 años los tramos que unen el puente a la orilla. Durante los primeros trescientos años el puente se reconstruía sin utilizar clavos metálicos. Los ingenieros tuvieron que idear una forma para que la madera no se dañara debido a que estaba en contacto con el agua, esto lo lograron mediante un ajuste cuidadoso de las partes de madera y la creación de gruesas vigas de sujeción uniéndolas con cinturones de metal a las principales partes del puente, después sería cubierto por láminas de cobre.



Así es como el puente Kintai se mantiene en pie hasta nuestros días. En la actualidad ha sido restaurado en 2001 y 2004.




Cómo viajar a Iwakuni

Si viajáis hasta el oeste de Japón para visitar Hiroshima o Miyajima, os recomendaría dedicar un día a visitar Iwakuni. Desde aquí se puede llegar cómodamente en tren convencional.

Si venís desde lejos, hay trenes Shinkansen de Tokio a Iwakuni, de Kioto a Iwakuni y de Osaka a Iwakuni.


martes, 16 de agosto de 2011

Miyajima

Una vez llegados a Hiroshima dimos el salto hasta Miyajima, a escasas paradas de tren. Esta isla es uno de las lugares turísticos más destacados de Japón y está denominado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.



Parte de su fama se debe a que está considerada una de las Tres Vistas de Japón o Nihon Sankei (日本三景), junto con Matsushima en la prefectura de Miyagi y Amanohashidate en la prefectura de Kioto.



Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que el torii de Miyajima es una de las fotografías más representativas de Japón. Su belleza radica en la simpleza de su estructura, un arco tradicional japonés de madera flotando en el mar.



Las puertas torii se encuentran habitualmente a la entrada de los santuarios sintoístas, marcan la frontera entre el espacio profano y el sagrado. En este caso, en la isla se encuentra el Santuario de Itsukushima, cuya entrada antes se hacía desde el mar, de forma que los barcos que llegaban debían acceder a través del torii como rito de purificación.



El Santuario de Itsukushima daba antiguamente nombre a la isla, pero con el tiempo ésta terminó conociéndose popularmente como Miyajima (宮島), literalmente Santuario Isla. Y es que la isla entera está considerada territorio habitado por los dioses, razón por la cual se construyó el santuario, y por ello podemos encontrarmos a los ciervos campando libremente, ya que según la religión sintoísta actúan como mensajeros divinos.



El santuario fue originariamente fundado en 593 y construido con forma de embarcadero sobre el agua de la bahía porque debido al carácter sagrado de la isla no estaba permitido poner un pie en la misma. Posteriormente fue habitada pero no se permitían las muertes ni los nacimientos. La disposición del templo fue renovada tal y como la vemos actualmente en 1168. Consta de tres áreas: el Salón Santo donde los dioses habitan, una parte interior donde sólo los sacerdotes ingresan y el área externa para la adoración del público.





Como parte del mismo conjunto podemos encontrar la Pagoda Goju-no-to de cinco pisos y muchos otros templos repartidos por toda la isla.



El mar que rodea la isla de Miyajima, el Mar Interior de Seto que separa las islas de Honshu, Shikoku y Kyushu, se ve siempre afectado por fuertes mareas. El nivel del agua desciende considerablemente y luego vuelve a subir, por lo que es importante informarse sobre el horario de las mareas en Miyajima el día antes de viajar si se quiere ver el torii flotando en el mar con la base sumergida. De lo contrario, el nivel del mar puede haber descendido lo suficiente como para que la estructura de madera quede totalmente expuesta. Resulta no obstante un vista interesante y permite llegar andando hasta el torii para observarlo de cerca.



Es entonces cuando se puede apreciar que los pilares de la puerta torii en realidad no están anclados en la arena, sino que su peso se sostiene gracias a que el interior de las columnas está relleno con piedras.



Como curiosidad, siguiendo la tradición Shintō de que la naturaleza muere y renace de forma cíclica, el torii de madera del Santuario de Itsukushima se reconstruye cada cierto tiempo. El que hay ahora expuesto fue levantado en madera de alcanfor en 1875 , durante el periodo Meiji.



Si por el día resulta impresionante, merece la pena quedarse hasta que cae la noche y ver como el color del torii bermellón se torna en anaranjado con la iluminación, dándole una apariencia casi mística. Además, si esperamos hasta el último ferry, cuando casi todo el mundo ha regresado ya a tierra, podremos pasear por los alrededores del santuario con mucha más paz y tranquilidad.




Miyajima Hanabi Taikai

En una ocasión os hablé de los fuegos artificiales en Japón, conocidos como hanabi (花火), literalmente Flores de Fuego.



Resulta que nosotros llegamos a Miyajima un 14 de agosto. No se trataba de un día cualquiera, sino de la noche en que se celebraba el Miyajima Hanabi Taikai, una competición de fuegos artificiales sobre el agua entre distintas prefecturas de Japón con el Santuario de Itsukushima como escenario de fondo. Hablamos de uno de los festivales de fuegos artificiales más importantes de Japón.



Los cohetes son lanzados desde botes en el mar y combinados con la silueta del torii gigante hacen una de las escenas más icónicas del verano japonés.



Os dejo con un vídeo que grabé para que veáis el ambiente que se vivía en esa noche tan especial. Os llamará la atención escuchar música de fondo. Bien, una de las peculiaridades de los concursos pirotécnicos en Japón es que los fuegos artificiales van acompañados de música que a veces se sincroniza con el ritmo de las explosiones. Me parece una idea fantástica que eleva esta forma de entretenimiento a auténtica obra de arte.



Realmente hay que estar allí para vivir la emoción rodeado de miles de japoneses, pero espero haberos acercado aunque sea un poquito la experiencia.



Como veis, el entorno natural de Miyajima es por descontado uno de los lugares de obligada visita del país nipón. Queda un poco lejos de Tokio, al oeste de la isla de Honshu pero pudiendo utilizar el tren bala (Shinkansen) no hay excusas, además se puede venir en cualquier época del año.

Sin duda será ésta una de las visitas que recordaré con mayor entusiasmo de mi paso por Japón.

lunes, 15 de agosto de 2011

Hiroshima

Después de recorrer Kansai, la segunda etapa del viaje por Japón nos llevó hasta Hiroshima, en la región de Chūgoku al oeste de la isla de Honshū.

Estuvimos tan sólo un día y nos centramos en visitar el Parque Memorial de la Paz. La historia de la ciudad de Hiroshima está trágicamente ligada al primer bombardeo atómico de la historia, que ocurrió el 6 de agosto de 1945 y marcó el final de la Segunda Guerra Mundial. Este acto bélico, cuyo objetivo fue la rendición incondicional de Japón, produjo la muerte de alrededor de 120.000 japoneses e inmigrantes coreanos y la destrucción total de la ciudad. El Parque Memorial se construyó por tanto para que el mayor crimen de guerra jamás cometido no cayera nunca en el olvido. Pero lejos de permanecer como un lugar depresivo, Hiroshima se recuperó gracias al espíritu de los habitantes que sobrevivieron y hoy en día es una de ciudades más grandes de Japón con un importante mensaje de paz que transmitir al mundo entero.



El monumento más importante del Parque Memorial de la Paz de Hiroshima es este edificio que veis en ruinas, llamado Cúpula Genbaku o Cúpula de la Bomba Atómica. Estaba situado a 150 metros del hipocentro de la explosión y fue una de las pocas estructuras que quedaron en pie.



A pesar de los recelos de algunos ciudadanos, se decidió que el edificio debía ser preservado exactamente como se encontraba después del bombardeo y servir como ejemplo de la devastación que puede provocar una bomba atómica y como símbolo de esperanza en la paz mundial y la eliminación de todas las armas nucleares. Fue catalogado Patrimonio de la Humanidad en 1996 con la objeción de EEUU y China.



El hipocentro, el lugar donde la bomba explotó aproximadamente a 600 metros de altura del suelo, iba a ser originalmente el puente Aioi en forma de T que hay junto a la Cúpula de la Bomba Atómica, pero debido a los vientos laterales falló el blanco detonando justo encima de la clínica de Shima.



En la actualidad se puede encontrar una placa que señala el punto exacto de la explosión.



Uno de los monumentos más conmovedores del Parque Memorial es la Estatua de los Niños de la Bomba Atómica, en memoria de los niños que murieron víctimas de la bomba atómica.



El monumento fue erigido en honor de Sadako Sasaki, una niña japonesa que con dos años de edad consiguió sobrevivir al bombardeo. En principio, Sadako no se vio afectada físicamente por la radiación de la bomba y a los nueve años de edad era una niña fuerte, atlética y con mucha energía. Sin embargo, un día mientras corría una carrera, empezó a sentirse mal y cayó al suelo. Le diagnosticaron leucemia, una enfermedad derivada de la exposición a la radiación nuclear.



Su mejor amiga le recordó entonces una vieja tradición de Japón que cuenta que quien realiza mil grullas de papel (origami) recibe un deseo de los dioses. Sadako tenía muchas ganas de vivir, así que comenzó a doblar grullas de papel con la esperanza de alcanzar las 1.000 y que los dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo. El avance de su enfermedad impidió que acabase la tarea. Murió el 25 de octubre de 1955 a los doce años de edad. Había llegado a completar 644 grullas de papel.



Sus compañeros de escuela completaron el número de grullas restantes hasta las 1.000 y las enterraron junto a ella. Pensaron también en dedicarle un monumento que representara a Sadako sosteniendo una grulla en sus manos, dedicada a todos los niños que murieron a causa de las dos bombas atómicas. En 1958 la estatua fue construída en el Parque de la Paz de Hiroshima. En la base está escrito "Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: paz en el mundo". Cada día, llegan al monumento ofrendas de nuevas grullas realizadas por escolares de todo el mundo en favor de la paz. Realmente conmovedor.



Después de ver el monumento a Sadako, seguimos por el centro del Parque Memorial a lo largo del eje que comienza en la Cúpula de la Bomba Atómica y termina en el Museo de la Paz.



En este eje se encuentra la Llama de la Paz, una llama que permanecerá iluminada hasta que la última bomba atómica de la Tierra sea destruida. Actualmente hay ocho países en posesión de armas nucleares: EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistan y Corea del Norte. En sus manos está que la llama se apague algún día.



Cerca de aquí se realiza cada año una Declaración de Paz por parte del alcalde de la ciudad coincidiendo con al aniversario del lanzamiento de la bomba atómica. La figura del alcalde de Hiroshima ha sido tradicionalmente un símbolo en contra del uso de la energía nuclear con fines armamentísticos. Cada vez que EEUU o cualquier otro país lleva a cabo una prueba nuclear, el alcalde de Hiroshima envía una carta de protesta al presidente del país correspondiente recordando el ataque que sufrió su ciudad en 1945 y manifestando su indignación por el desprecio hacia los sentimientos de los supervivientes del bombardeo atómico, los hikabusha. Todas esas cartas pueden verse expuestas en el Museo de la Paz. Para nuestra sorpresa, en lo que va de año 2011 el alcalde de Hiroshima ya ha remitido varias cartas al presidente Barack Obama.



A continuación se encuentra el Cenotafio, un monumento funerario que contiene los nombres de las víctimas de la bomba atómica, ya fuera por la explosión o por las consecuencias de la radiación posterior. El arco de cemento representa un refugio para las almas de los muertos.





Al final del eje se encuentra el Museo de la Paz de Hiroshima. El museo reúne objetos encontrados después de que la ciudad fuera destruida y muestran los horrores de la explosión atómica. También contiene narraciones de las experiencias vividas por algunas víctimas que sobrevivieron, algunas bastante sobrecogedoras. El museo es bastante informativo, cuenta con detalle los acontecimientos previos, inmediatos y posteriores al lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto, y lo hace de forma crítica, hablando incluso del papel que desempeñó el militarismo japonés y la ciudad de Hiroshima como uno de los motores de la industria armamentística de Japón durante la guerra. Por último, hace un llamamiento a la paz mundial y muestra información sobre las armas atómicas en el mundo con la esperanza de que estas no proliferen y además vayan desapareciendo con el tiempo.



Al salir del museo es normal que a uno se le quede mal cuerpo, pero ese es quizás el objetivo de la visita: concienciar a los visitantes (más de un millón al año) de que los acontecimientos que tuvieron lugar en Hiroshima no deberían volver a repetirse jamás en la historia por las terribles consecuencias que tuvieron para miles de seres humanos. Dicen que la historia debe conocerse para no repetir los errores del pasado.



Sin lugar a dudas la visita a Hiroshima deja una profunda huella y es necesario venir dispuesto a compartir el sufrimiento que vivieron sus ciudadanos y a recordar de lo que somos capaces los seres humanos, de lo mejor y de lo peor.


Cómo viajar a Hiroshima

Para llegar a Hiroshima, la opción más recomendable es tomar el tren.

Hay trenes Shinkansen de Tokio a Hiroshima, de Kioto a Hiroshima y de Osaka a Hiroshima.