viernes, 12 de agosto de 2011

Ise

Continuando con el viaje por Kansai durante las vacaciones de verano, nuestra siguiente visita fue Ise, en la prefectura de Mie. Ise es otro de los destinos habitualmente alejados de las rutas turísticas típicas por Japón. Para los japoneses en cambio Ise representa un lugar de peregrinaje de gran significado espiritual y religioso. Aquí se encuentra nada más y nada menos que el santuario sintoísta más sagrado del país, el Santuario de Ise o Ise-jingū.



Comenzaremos explicando que el sintoísmo o religión sintoísta es la religión original nativa del Japón. Es de carácter politeísta y basada en la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Es una especie de animismo naturalista. Algunos kami son espíritus encerrados en objetos naturales como árboles, ríos, montañas; y otros son dioses en sí mismos, como por ejemplo Amaterasu, la diosa del Sol.



Como la mayoría de las religiones politeístas originales, el sintoísmo nace de la convivencia del ser humano con la naturaleza y uno de los fines que persigue es vivir en armonía con estos espíritus kami y obtener así su protección (hay que tener en cuenta que Japón ha sido siempre un país azotado por numerosos desastres naturales: terremotos, tsunamis y tifones). Además de ser una religión, el sintoísmo forma parte de la idiosincrasia del pueblo japonés y casi el 85% de la población japonesa se identifica con la forma oficial del Shintō. Aunque a priori no se trate de una religión basada en dogmas, en cierta forma sigue un código de valores que los japoneses han adoptado en su comportamiento y su forma de pensar: el respeto por la naturaleza, la memoria de los antepasados, el sentido de la estética y la armonía, el paso del tiempo y la paciencia. En conclusión, ser japonés y ser sintoísta son dos conceptos que están estrechamente ligados.



El Santuario de Ise data del s. III y consta de dos partes: el Santuario Exterior o Gekū y el Santuario Interior o Naikū. En ambos santuarios, la zona del sancta santórum no es accesible al público y sólo puede ser vista a cierta distancia desde detrás de unas vallas. Únicamente los sacerdotes y los miembros de la Familia Imperial, considerados descendientes legítimos de los dioses Shintō, pueden acceder al interior.



Los devotos pueden no obstante acercarse hasta la primera puerta del santuario principal para orar y dirigir sus plegarias a los kami. Durante la oración a un kami se debe hacer una reverencia muy respetuosa dos veces, luego aplaudir las manos dos veces a la altura del pecho, posteriormente juntar las manos en señal de rezo y finalmente hacer una reverencia muy respetuosa.



Según la tradición, los practicantes del Shintō deben acudir al santuario al menos una vez en su vida. Por costumbre, los japoneses primero se dirigen al Gekū, Santuario Exterior, para posteriormente peregrinar al Naikū. La entrada al Santuario Interior se realiza por el puente Uji, un puente de madera que atraviesa el río Isuzu y que representa el paso del mundo profano al mundo sagrado.



A continuación está el Mitarashi, el punto de ablución junto al río Isuzu. Antes de acceder a las dependencias del santuario los peregrinos deben purificarse lavando las manos y la boca, como un acto simbólico de limpiar la mente y el cuerpo.



El complejo de Naikū está dedicado a la adoración de Amaterasu, la diosa del Sol. Según narra el Kojiki, el libro sagrado del Sintoísmo, Amaterasu nació del ojo derecho de Izanagi cuando este se purificaba tras su intento fallido de rescatar a Izanami. En su explicación sobre el origen del mundo, el Sintoísmo dice que a esta pareja de dioses originarios, Izanagi e Izanami, se les ordenó crear y ordenar el mundo con Japón como único centro. Para ayudarles en la tarea que les había sido encomendada los dioses tuvieron muchos hijos a los que posteriormente encargaron el cuidado de Japón. La diosa Amaterasu es una de sus descendientes y una de las deidades sintoístas más importantes.



El santuario principal de Naikū, el punto culminante del peregrinaje, es accesible a través de una escalinata de piedra.



Al final de la escalera se encuentra la primera puerta del santuario principal, hasta la que pueden acercarse los devotos sintoístas para rezar. La parte interior está restringida como hemos dicho a los sacerdotes y los miembros de la Familia Imperial, descendientes de Amaterasu. Según el mito del Sintoísmo, cuando la nación de Japón fue creada Amaterasu decidió enviar a su nieto Ninigi con el fin de gobernarla. Su descendiente se proclamó el primer Emperador de Japón tomando el nombre de Emperador Jinmu, y para legitimar su soberanía recibió de Amaterasu los Tres Tesoros Sagrados: el Espejo, la Espada y la Joya. Se cree que en el santuario principal de Naikū se encuentra uno de ellos: el Espejo Sagrado.

Aunque se dice que los tres objetos representan las tres virtudes primarias de Japón: el valor (la Espada), la sabiduría (el Espejo) y la benevolencia (la Joya), es el espejo el que guarda una especial conexión con Amaterasu. La historia cuenta que avergonzada por la actuación de su hermano Susanō en estado de embriaguez, Amaterasu decidió encerrarse en una cueva de la Tierra. Al no estar ella el Sol no salía y el mundo se cubrió de tinieblas, los campos se marchitaban y el mundo moría. Temiendo que las tinieblas duraran por siempre, los kami pensaron en una forma de hacer salir a Amaterasu y para ello organizaron una fiesta en la entrada de la cueva. El ruido atrajo la atención de Amaterasu, que interesada salió a preguntar a los dioses qué pasaba. Estos le contaron que celebraban la llegada de una nueva diosa. Cuando preguntó quien era, los kami señalaron a un espejo, y Amaterasu, que nunca había visto su reflejo, se quedó absorta en la imagen. Mientras estaba distraída, los otros kami cerraron la entrada a la cueva y finalmente lograron convencerla para que regresara a los cielos. Posteriormente, envió a su nieto Ninigi para que gobernara sobre la Tierra en su nombre.

Debido a su carácter legendario, la existencia real del Espejo Sagrado nunca ha podido ser confirmada ya que el objeto se encuentra en el interior de una caja, el mifunashiro. Cuando Amaterasu le dio este espejo a su nieto Ninigi le dijo: "piensa que este espejo sagrado no es más que yo misma, cuídalo y adóralo por siempre", así que algunos fieles piensan que la propia diosa Amaterasu se encuentra físicamente en el santuario principal y que por ello no es posible entrar. Al ser descendientes de Amaterasu, a lo largo de la historia los miembros de la Familia Imperial de Japón han adorado a esta diosa y han cuidado y protegido el Santuario de Ise creyendo que ella misma se encuentra en el espejo. De esta labor se encargan el Sumo Sacerdote y la Suma Sacerdotisa, descendientes ambos del Emperador de Japón.



Al margen de su significado dentro de la mitología japonesa, una de las cosas que más me llamó la atención del Santuario de Ise fue su arquitectura. El estilo arquitectónico con el que están construidos los edificios es conocido como Shinmei-zukuri. Resulta que este estilo no puede ser usado en la construcción de otro santuario fuera de la prefectura de Mie; es más, únicamente los santuarios que fueron construidos anteriormente a la llegada del budismo a Japón (s. VI) pueden renovarse utilizando este estilo de arquitectura, no se permite construir nuevos santuarios. Entre las características de este estilo arquitectónico cabe destacar que todas las estructuras están unidas con encajes y no con clavos. Los edificios están hechos con madera de ciprés japonés y se levantan con pilares sobre la tierra. El tejado está hecho de paja rematado con columnas dispuestas en forma de cruz y remates de oro.

Siguiendo la tradición Shintō de que la naturaleza muere y renace en un período de veinte años, todos los edificios presentes en los santuarios de Naikū y Gekū, incluido el Puente Uji, deben ser desmantelados y construidos de nuevo en un lugar adyacente cada veinte años. El objetivo de esta ceremonia de purificación es mantener el santuario en buen estado permanentemente. Como curiosidad, el proceso de reconstrucción lleva repitiéndose cíclicamente desde el año 692 y en todos los casos se ha conservado siempre el estilo original. La próxima ceremonia se realizará en 2013, será la reconstrucción número 62.



Cerca del Santuario de Ise se encuentra el santuario de Meoto Iwa, de especial relevancia también para los fieles sintoístas.



Meoto Iwa consiste en un par de piedras en la costa del mar de Mie unidas por una pesada soga de paja de arroz, llamada shimenawa.



Se dice que las dos rocas representan a los dioses Izanagi y Izanami, creadores de Japón. La roca más grande es la masculina y tiene un pequeño arco torii en su punta. La cuerda que une las rocas celebra la unión en matrimonio del hombre y la mujer. Esta pesa más de una tonelada y es sustituida varias veces al año en una ceremonia especial.



Como veis, Ise es un importante lugar de peregrinaje para los japoneses, pero no por ello deja de ser un lugar atractivo para el turismo entre aquellos extranjeros que deseen aprender sobre los orígenes de Japón y la religión que rige la forma de pensar de los japoneses. Se trata quizás de una visita que destaca más por su significado que por el impacto visual, ya que no se puede acceder al interior de los santuarios principales, así que la recomendaría sobre todo a aquellas personas que tengan un interés especial en conocer la cultura japonesa.

3 comentarios :

EL TÍO CHIQUI dijo...

Buena introducción al sintoísmo...me queda pendiente la peregrinación a Ise...algún día...pronto.

Un abrazo!

Pau dijo...

Bonita y evocadora entrada Alberto, yo sigo apuntando ;)

Pepa dijo...

Desde luego, si fuese de visita turistica a Japón a lo mejor preferiría otro destino más espectacular visualmente hablando, pero viviendo ahí me parece casi casi imprescindible.